No es fácil luchar contra un mal endémico, enquistado como un cáncer, carcomiendo desde los más profundo las instituciones y nuestras esperanzas.,Un amigo poeta dominicano me envía un fragmento del programa Código Magenta del periodista mexicano Ramón Alberto Garza. En él sostiene que si el presidente electo de México, López Obrador, quiere ver un adelanto de su cruzada contra la corrupción “que dirija su mirada a Perú que van kilómetros delante de nosotros”. En el fragmento se puede pasar revista a lo que está sucediendo entre “los herederos del imperio Inca”: un maremoto político; la caída de un presidente en ejercicio; el encarcelamiento preventivo de un ex presidente y su primera dama; la solicitud de extradición de otro ex presidente; además de la prisión de una candidata autoritaria de fuerza y el remezón de buena parte de nuestros políticos oportunistas. Garza sostiene que los peruanos “están dando un ejemplo internacional al enfrentar una purga de poderosos intereses que abrió sin cortapisas la caja de Pandora de la corrupción oficial y de la privada”. A la franca, compatriotas, todo lo que viene sucediendo no es poca cosa. Es cierto que, ante la caída del régimen fujimorista, la prisión del luctuoso y perverso asesor de inteligencia y del visionado de los vladivideos no nos curamos de la corrupción; este segundo round contra el mal que aqueja a toda Latinoamérica está siendo sostenido como un golpe ejemplar para el resto de los países. ¡No los defraudemos! No es fácil luchar contra un mal endémico, enquistado como un cáncer, carcomiendo desde los más profundo las instituciones y nuestras esperanzas. Pero gracias a algunos jueces y fiscales, hombres y mujeres que realmente creen en la justicia, y a varios periodistas que se afanan en la investigación en serio, estamos siendo testigos y actores de un cambio. Un poderoso cambio. Desde adentro del Perú nos quejamos: si el miasma te cala hasta los alveolos pulmonares, ¿cómo evitar esa racha de cinismo adosado de sarcasmo y humor para sobrevivir? Quizás escuchando lo que otros, nuestros vecinos, piensan de nosotros y saliendo de nuestro eterno ombliguismo. En Código Magenta se dice que Vizcarra, apenas cuatro meses sentado en el sillón presidencial, “confronta al congreso” no solo para que remueva a todo el CNM sino también para exigir un referéndum y poder plantear cambios en el sistema político y judicial. Los dirigentes del Frente Amplio están planteando votar viciado este 9 de diciembre: “no al referéndum trucho” sería la consigna. Discrepo totalmente: me parece bastante negativo hacer una campaña en ese sentido cuando tenemos la fecha en nuestras narices. Por supuesto: es imprescindible un cambio constitucional —¡hay que hacer una urgente campaña por una nueva Constituyente!—, además discrepo de las posiciones económicas de Vizcarra (su extractivismo invisibiliza las violaciones de ddhh en Espinar o la criminalización en Tía María) pero considero que es momento de ejercer un derecho mínimo dentro de nuestra democracia de baja intensidad. El referéndum no es la panacea pero será la estocada final a esta casta de corruptos que, gritando en el hemiciclo o tirando el informe en minoría al suelo, groseramente, ha insultado y calumniado a los congresistas que se oponen a sus triquiñuelas.