Pero mientras Centroamérica se desarrolla, allí están los fugitivos de su realidad actual, tocando las puertas de la mayor economía del mundo.,En los últimos cálculos la caravana de migrantes ha superado las 7.000 personas, ha pasado de ser hondureña a ser centroamericana, y sigue creciendo. Vienen huyendo de la pobreza y la violencia de la región, y se definen como trabajadores internacionales. Su objetivo es la frontera de México con los EEUU, donde los espera un choque. Es dramático, pero no es novedad. En los últimos tiempos estamos viendo el riesgoso cruce del Mediterráneo por multitudes en precarias naves, y de Venezuela siguen huyendo personas que ya pasan de un millón, sobre todo en la fronteriza Colombia. Al ritmo que va este éxodo, la cifra podría duplicarse pronto, incluso en un año. El impacto de la caravana de migrantes tiene un origen múltiple. Revela la desesperación en casi toda Centroamérica. Crea una situación conflictiva entre los gobiernos de México y los EEUU. Potencia mucho el tema de la migración a los EEUU a dos semanas de una importante elección parlamentaria en ese país. Para Donald Trump es una bendición a medias. De un lado define a la migración como un potencial peligro, que es la esencia de su planteamiento sobre el tema. De otro le crea un conflicto internacional para el que no hay muro de contención. Cualquier intento de atajar a esas multitudes por la fuerza puede tener impredecibles consecuencias. Tampoco para México es una situación fácil. No ha podido impedir que la caravana entre a su territorio, y no podrá impedir que llegue a la frontera con los EEUU. La respuesta de Manuel López Obrador hasta el momento ha sido más bien fláccida: un programa de los tres países del TLCAN (NAFTA) para el desarrollo de Centroamérica. Pero mientras Centroamérica se desarrolla, allí están los fugitivos de su realidad actual, tocando las puertas de la mayor economía del mundo. En cierto modo la caravana está retardada: el instituto Pew informa que desde el 2009 el porcentaje de los inmigrantes asiáticos supera al de los inmigrantes hispánicos. En medio de todo esto la grata visita de apoyo de Angelina Jolie, embajadora de la ONU, a los refugiados venezolanos en el Perú. Del otro lado de la moneda, el cínico apoyo de Nicolás Maduro a la caravana de los pauperizados centroamericanos. Como si él mismo los hubiera lanzado.