"Cierta crítica plantea que Banksy acaba de superar a la pieza emblemática de destrucción creativa del arte, el urinario titulado 'La fuente'".,La semana pasada Banksy pasó su obra “La niña con un globo” por una desfibradora de documentos, y la convirtió en “El amor en el tacho”. El mundo, incluida la dama que ha adquirido el original por US$1mn en la subasta de Sotheby´s donde todo ocurrió, ha celebrado el acontecimiento. Se relanza el ya añoso género llamado la destrucción del arte. Cierta crítica plantea que Banksy acaba de superar a la pieza emblemática de destrucción creativa del arte, el urinario titulado “La fuente” (1917) firmado R. Mutt y atribuido a Marcel Duchamp (exhibido en Lima 1972). Pero el exitoso pissoir es sobre todo un resimbolizador, mientras que en la obra triturada de Banksy la representación es secundaria frente al drama físico de la destrucción. Jorge Villacorta me transmite un alcance significativo. La obra original de Duchamp se inscribió (por cinco dólares) en la muestra, pero no llegó a exhibirse, luego desapareció, y el artista nunca pudo recuperarla. En cierto modo es como si la obra de Duchamp también hubiera sido pasada por una desfibradora, antes de entrar a la fama eterna de los museos. La de Banksy no es cualquier destrucción. La trituradora eléctrica es la forma en que se vuelve ilegibles papeles cuyo secreto se desea conservar. Es ella, y no la imagen de la niña a la que se le escapa un globo en forma de corazón, la que ocupa el centro de la obra. El corazón del arte enfrentado a los dientes de la máquina ubicada en el corazón de cada obra, y sobreviviéndola. Sin embargo no todo es entusiasmo. Unos consideran esta obra de Banksy nihilista, otros crudamente comercial, otros una voraz búsqueda de publicidad, o incluso una presentación de nada en dos platos. Son las puyas que reciben también estrellas de museo como Jeff Koons (muñecos inflables de plástico desde 1992) o Damien Hirt (un tiburón muerto flotando en un tanque 1991). Desde la perspectiva del mercado de arte todo ha quedado en su lugar, e incluso ha mejorado. La publicidad en torno de Banksy ha crecido, la obra ha sido reconocida, la transacción comercial se ha concretado, y el seminario flotante de la crítica de arte ha seguido explicando al público el sentido de su perplejidad.