El bolsón de indecisos que esperan la última hora sigue importante, los cambios recién han comenzado, y la volátil fortuna está dependiendo de una ñizca de opiniones.,En la encuesta Datum de esta semana Daniel Urresti acaba de empatar a Renzo Reggiardo en el primer lugar. Es una de esas sorpresas de final de campaña que no debería llamar la atención a nadie, e incluso ella puede no ser la última. Algo sorprendente, sí, es la parálisis, en los hechos una caída, de Ricardo Belmont, quien por varias semanas parecía indetenible. Un tuit de Juan de la Puente hace notar que “la pelea es de enanos”. En efecto es una elección donde las cosas se van decidiendo con el desplazamiento de unos pocos votos. Aunque en un par de semanas los dos punteros han duplicado su intención de voto, señal de que la atención de los vecinos se está desplazando hacia el magnetismo de los potenciales ganadores. El sentido común de este tipo de situaciones sugiere que un Urresti en subida debería ganarle a un Reggiardo estancado. Sin embargo, ese pronóstico todavía es riesgoso. El bolsón de indecisos que esperan la última hora sigue importante, los cambios recién han comenzado, y la volátil fortuna está dependiendo de una ñizca de opiniones. Dos cosas serán definitorias en estos nueve días: las tendencias formadas a lo largo de la campaña, y el mensaje final de los candidatos. Es la conciencia de esto último lo que llevó a los principales contendores a la petipieza de no querer debatir, y luego anunciar un debate aparte en la cumbre, que luego ha sido pospuesto. Quizás tienen razón. Los debates pueden ser peligrosos. Por lo menos dos candidaturas municipales limeñas naufragaron en una frase. “Faltoncito y mudo” (Luis Bedoya a Jorge Grieve en 1966). “Un vasito de leche” (Alfonso Barrantes frente a Alfredo Barnechea en 1983, una alusión a su programa del vaso de leche). Los punteros del 2018 no querían correr ese riesgo. Falta saber ahora cuánto influirá en la votación la lectura de la sentencia en el juicio a Urresti en el caso Bustíos, a tres días de la elección. Es decir, si una condena puede detener el crecimiento del candidato. Por lo menos será un instrumento en manos de sus rivales. Aunque el juicio mismo no lo ha sido hasta ahora.