"Es posible que la cancioncita de marras haya sido efectiva pero jamás podremos corroborarlo con métricas".,A inicios de este año, pocas cosas parecían más importantes que los preparativos para la llegada del papa. Un informe de El Comercio aseguraba que su visita dejaría “US$335 millones en ingresos al Perú”. Mientras tanto, un reporte de la agencia estatal Andina alertaba que llegarían “más de un millón” de turistas al territorio patrio, atraídos por la presencia de Bergoglio. Pasada la visita, Promperú anunció las cifras reales. No 335, sino 88 millones en ingresos (de los que habría que descontar la también millonaria inversión del Estado en el acontecimiento). Tampoco un millón, sino solo 40 mil devotos extranjeros. La dramática diferencia entre expectativas y realidad se debe a la absoluta informalidad con la que parece manejarse, desde el Estado, la tercera fuente de ingresos de divisas del Perú. Pareciera que nadie supiera leer las métricas ni realizar estimados proyectables. Las políticas públicas parecen reducirse a pálpitos de los funcionarios, que solo atinan a lanzar mucho dinero a donde sea, con la esperanza de que algo de eso, en algún lugar, convenza a alguien de visitar el país. El caso del millón de dólares entregado por Promperú a la trasnacional Sony es un excelente ejemplo de toda esta situación. El contrato, enterrado en un oscuro link de los inescrutables portales del Estado, salió a la luz recién el viernes. Allí se revelan varias cosas que no dijeron los funcionarios que, días antes, habían salido a responder las críticas (algunas banales, sí; pero muchas, muy sensatas e informadas) al vídeo de Carlos Vives. Lo primero que salta a la luz es el desequilibrio contractual, en el que el Estado peruano quedó en clara desventaja (las locaciones son aprobadas en última instancia por Sony; Perú solo puede usar el clip durante un año para promocionarse; Sony no está obligada a que los artistas realicen actividades extra para promocionar el clip y el turismo a Perú, etc.). También llama la atención que este acuerdo de “product placement” haya sido una iniciativa de Sony y no haya partido del lineamiento de alguna política pública. Esto queda aún más en evidencia cuando se ve la lista de artistas disponibles y termina siendo inexplicable la elección final. Según el documento, podrían haber sido Shakira o Maluma, solo para mencionar a un par de hispanohablantes aún vigentes y con llegada más allá de las fronteras de América Latina. Además, el plan de marketing y promoción de Sony se encuentra bajo una cláusula de confidencialidad. Así, es posible que la cancioncita de marras haya sido efectiva pero jamás podremos corroborarlo con métricas. Apuesta segura: más del 80% de vistas del vídeo son nuestras. Somos una sociedad tan devota de la Marca Perú como del papa. Sino más. Y eso significa que, para muchos, cualquier mención de nuestro país es suficiente para conmoverlos más allá de toda racionalidad. Eso está bien para el ciudadano de a pie, pero ya va siendo hora de que el turismo en el Perú deje de ser una fe y empiece a basarse en evidencia.