Es importante la disposición de García a impulsar el “fortalecimiento del aprismo unido”, esa es la tarea, de organización y de reconciliación,Alan García, ahora instalado en Lima, acaba de anunciar su retorno al activismo partidario. Si consideramos su ubicación en las encuestas no es una noticia de primera plana. Pero García ha superado postergaciones más serias, y es un baqueano en terrenos políticos movidos. Falta saber si García simplemente se ha aburrido de su retiro a medias, en que se mantuvo opinando por Twitter, o si ha detectado una oportunidad, o ambas cosas. Quizás asocia la oportunidad con que los políticos del poder están empantanados en desgastantes escaramuzas, y los demás están refugiados en el futuro, a través de diversas formas de silencio. Es cierto que la escenografía política actual se presta a las sorpresas. Es evidente, además, que el electorado está muy descontento con la oferta política de estos tiempos, y que por lo tanto va a buscar, y en realidad ya está buscando, cosas distintas. Si el retorno de Ricardo Belmont significa algo, no tienen que ser cosas nuevas. El retorno viene salpimentado con frases duras. Para Martín Vizcarra el comentario de que el referendo podría desbarrancarlo. Para la situación del Apra la denuncia de que campean allí “conflictos, pequeñeces, odios”. Frases que no pasan inadvertidas para los medios y las redes, y que anuncian un horizonte polémico. García viene de unos 30 años de sostenida campaña en su contra, desde todos los sectores políticos, a la que han confluido el antiaprismo clásico y acusaciones específicas contra él. Eso, más un cierto envejecimiento en el estilo político, el suyo y el del Apra, acaso fueron los factores más importantes en el 4,77% de votos que obtuvo en el 2016. Es importante la disposición de García a impulsar el “fortalecimiento del aprismo unido”, esa es la tarea, de organización y de reconciliación. Más importante, quizás, que una campaña adelantada. A eso parece apuntar el dirigente Javier Barreda (hoy expulsado del partido) cuando reclama “líderes alegres al servicio de la gente; sin colosales obsesiones que matan proyectos colectivos”. La frase de Barreda también puede ser leída como un saludo al declarado retorno de García a las tareas partidarias, en un Apra hoy marcada por la división, la dispersión y la decepción.