Bromeaba con un amigo, columnista de este diario como yo, acerca de las obsesiones de algunos de nuestros compañeros y sus temas recurrentes. Uno de los más destacados era Pedro Salinas. ,Su insistencia en tratar asuntos vinculados a los abusos y encubrimientos del Sodalicio y la Iglesia católica nos hacía sonreír. Hete aquí que los acontecimientos han demostrado con creces que Pedro tenía razón. La reciente querella que le ha entablado el obispo Eguren es la prueba que me lleva a pedirle disculpas públicas a Pedro por haber bromeado a sus espaldas, así sea amistosamente, acerca de su obstinación. Esa denuncia, en la que el sacerdote sodálite pide para Salinas tres años de cárcel y una reparación de doscientos mil soles, puede ser interpretada de varias maneras. La más importante, sin duda, es que el libro Mitad Monjes, Mitad Soldados, dio en el clavo con un martillazo lapidario. Las impactantes revelaciones de los abusos cometidos por la cúpula del Sodalicio, apoyadas en testimonios de las víctimas –a algunas de las cuales he tenido la oportunidad de entrevistar para los peritajes vinculados a la denuncia que le hacen a dicha secta-, los han puesto contra las cuerdas. Durante algún tiempo. La citada querella evidencia que para ellos ha llegado el momento de la contraofensiva. Tras haber puesto las barbas en remojo –sobre todo las de Figari, escondido en Roma- y hacer un control de daños con rostros contritos de arrepentimiento, han iniciado el proceso de revertir la tendencia. Paola Ugaz, quien colaboró con Pedro en la redacción del libro que incendió la Santa Bárbara, ha planteado varias preguntas pertinentes, que no han sido respondidas. Por ejemplo: ¿Es cierto que Eguren formuló en público encendidos elogios a Figari? ¿Es cierto que se ha interrumpido el pago de las terapias a las víctimas? En su artículo de este domingo en La República –“El obispo amnésico”-, Pedro Salinas tiene la gentileza de ayudar a Eguren con sus oportunas dificultades de memoria: “Porque Eguren habrá formado parte del colectivo Sodálite, pero nunca habrá visto nada que le parezca despótico o explotador o desmedido o violatorio de los derechos humanos. Algo que es imposible de creer si me preguntan”. El obispo quiere llevar al periodista a la fiscalía, luego al juzgado de Piura, su área de influencia. Ahí le van a dar trato de “hombre sagrado”. Es obvio que si el objetivo era amedrentar a Salinas, el plan ya fracasó. Más bien ha servido para que todos los que pensamos que los abusos psicológicos y sexuales persisten en el silencio y la oscuridad, no nos dejemos distraer por los escándalos cotidianos de nuestro atribulado país. Después de todo, la lucha contra la corrupción requiere la misma pertinacia. Si ellos no descansan en su goce obsceno del poder, nosotros tampoco debemos dejar de combatirlos. El ejemplo y la valentía de Pedro, él mismo una víctima de los abusos del Sodalicio, nos recuerdan que esta es una lucha de largo aliento. Las bravatas de Eguren nos despiertan de la somnolencia y nos ponen en guardia.