"Es mucho más riesgoso para el fujimorismo no colocarse del lado de la reforma. La respuesta popular puede acabar siendo su sepultura".,El discurso del presidente Vizcarra tiene mucho para comentar, pero en esta primera entrega es inevitable comentar una propuesta inesperada, la más audaz de todas. Se esperaba que se pidiera una reforma constitucional para cambiar la conformación del Consejo Nacional de la Magistratura, luego del escándalo de sus actos corruptos. La propuesta, se preveía, tendría que pasar por la mayoría calificada de 87 votos y dos legislaturas, mecanismo que, desde 1993, se ha utilizado 17 veces para reformar la Constitución. El camino, con una mayoría parlamentaria adversa que retiene la Mesa Directiva, iba a ser una lucha cuesta arriba. El fujimorismo y el Apra no ven con buenos ojos una reforma profunda, que cambie las relaciones de poder que la política ha mantenido con el sistema de justicia por décadas. Era posible que costara una enorme movilización popular y la amenaza de una cuestión de confianza para sacar, finalmente, una reforma que podría terminar siendo negociada y mutilada hasta quedar desdibujada. Contra todo pronóstico, el presidente Vizcarra ha tomado un camino audaz, no exento de peligro, pero que pone a todo el Congreso en manos del pueblo. El artículo 206 de la Constitución permite dos caminos para reformarla. Uno, el ya mencionado. El otro, la iniciativa del presidente, la aprobación legislativa por 66 votos en un solo acto y la ratificación por referéndum popular. Nunca se ha usado. El mecanismo requiere que el presidente presente la propuesta de reforma lo antes posible, que logre juntar 66 miembros del Congreso y que –puede ser en octubre, con las mismas elecciones locales– el 50% más uno de los electores apruebe la modificación. ¿Por qué eligió este camino Vizcarra? Primero, porque pone contra las cuerdas a la mayoría fujimorista que no ha dejado gobernar a quienes legítimamente ganaron la presidencia. Segundo, porque no tiene nada que perder. No aspira a reelegirse, no tiene un partido político y no quiere ser un “calentador de asiento” hasta el 2021. Tercero, porque las propuestas son muy populares, canalizando un enorme descontento y, cuarto, porque sumándolas puede que se aprueben algunas. Los temas son cuatro. Una nueva conformación del CNM, la reelección de congresistas, la bicameralidad, y el financiamiento privado de campañas políticas. Salvo la primera, todas son muy polémicas. De estas cuatro, la más popular será prohibir la reelección de congresistas. Un “que se vayan todos” en manos del pueblo. Popular, pero no necesariamente práctica ni favorable a la democracia. Mi opinión siempre ha sido adversa (admito que hay fórmulas intermedias) sin embargo, es el caballo de Troya colocado para que las otras tres se aprueben sin mucha discusión. Sea cual sea el resultado, la popularidad de Vizcarra, como un presidente que puede plantarse ante un Congreso adverso y usar los mecanismos constitucionales en su favor, puede darle una enorme popularidad. Creo que ha jugado bien plantándose de esta forma. Los seis proyectos de ley de reforma del sistema judicial son importantes y deberán sumarse otros. Muchos creen –yo también– que debió pedir facultades y no pasar por un proceso largo de negociación en el Congreso. Sin embargo, tiene hoy una capacidad negociadora mucho más potente que la que tenía antes del mensaje de 28 de julio. Cualquier abuso del Congreso contra Vizcarra hará que sea cada vez más popular la no reelección de congresistas, aunque en los hechos hace años que el pueblo castiga al Parlamento. Un ánimo conciliador y reformista puede cambiar el humor popular. Si las propuestas reformistas de Vizcarra encuentran una muralla en el Congreso, el referéndum se convertirá en un plebiscito de su gestión. ¿Tienes riesgos? Por supuesto. Puede no ganar y perder todo el impulso reformador. Toda elección está sometida a la voluntad de millones de peruanos. Pero es mucho más riesgoso para el fujimorismo no colocarse del lado de la reforma. La respuesta popular puede acabar siendo su sepultura, mucho antes de las elecciones del 2021.