Que los audios estén apareciendo de a pocos está impidiendo que la confederación de los aconchabados pueda volver a la seguridad de un terreno firme.,Uno de los aspectos más criticados por los enemigos de los audios de estos días es su dosificación. Si su publicación era inevitable, la hubieran preferido de un solo golpe, no al ritmo en que ella se viene dando, como una suerte de culebrón de los hermanones. Pues eso le dificulta mentir a los culposos y prolonga la indignación pública. Estos críticos de la dosificación parecen preferir un final horrible a un horror sin fin. Pero quizás están convencidos de que un desembalse instantáneo de audios no sería tan horrible como se piensa. En todo caso, ya parece un poco tarde para eso. Ciertamente hay algo de dosificación, pero la historia también tiene un lado más simple. Los audios recibidos en manos de los medios son tantos que estos no se dan abasto para escucharlos, transcribirlos y, en algunos casos, descifrarlos. Además, solo presentados cuidadosamente estos testimonios pueden revelar todo su sentido y relevancia. Quienes hubieran preferido una avalancha de audios sin transcribir saben que eso iba a producir una suerte de ruido de estática, a la postre poco descifrable. Además en cierto modo el escándalo se hubiera confinado a un solo momento, el de la revelación. Lo cual hubiera facilitado la previsible contraofensiva de los afectados. Que los audios estén apareciendo de a pocos está impidiendo que la confederación de los aconchabados pueda volver a la seguridad de un terreno firme. Lo cual dificulta diseñar estrategias, pues estas pueden, y están siendo, desarticuladas por nuevos cañonazos de información inesperada, con el factor sorpresa del lado de la anticorrupción. Sin embargo la dosificación de los medios parece ser más una estrategia de la forma (tomarse su tiempo), que del contenido. Pues los audios existen como una acumulación de grabaciones donde no es posible simplemente meter la mano y sacar lo que se quiere. Digamos que el periodista viene a ser el primer sorprendido. Los audios extendidos en el tiempo van mostrando cada vez más que las aparentes excepciones de la primera hora en realidad son parte de una difundida regla. Es cierto que algunos son más comprometedores que otros, y que algunos incluso son inocuos. En efecto el mosaico que se va formando es un claroscuro, donde va asomando la imagen más grande.