Son los mismos que desde hace años vienen defendiendo al crecimiento económico como una panacea capaz de resolver todos los males del país.,Algunos despistados han sugerido que los audios que han desatado el escándalo de corrupción que involucra a jueces, magistrados, fiscales, empresarios y políticos no deben abrir un nuevo capítulo en la ya larga disputa entre el fujimorismo y sus críticos. A estas personas les pregunto: ¿no les ha parecido sospechosa la reacción de Fuerza Popular luego de las revelaciones, dedicando todos sus empeños a cuestionar la legalidad de los audios, a atacar a los investigadores y a encubrir a los corruptos? Si estos elementos no los convencen, ¿qué me dicen de la mención de la «Señora K» de la «Fuerza Número Uno» en uno de los audios publicados? ¿Y de la evidencia irrefutable de que Héctor Becerril se reunió en casa de Guido Aguila —entonces presidente del CNM— para influir a nombre de su partido en la elección del nuevo titular de la entidad? ¿Y de las declaraciones del congresista chalaco Francisco Villavicencio, también de Fuerza Popular, quien reconoció que su voz es la que se escucha en el audio donde el juez Walter Ríos le pide interceder a favor de su esposa ante el exministro Salvador Heresi? ¿Está o no Fuerza Popular metida hasta el cuello en este pantano? No tendría que sorprendernos que estos despistados sean los mismos que aconsejaron a Pedro Pablo Kuczynski no enfrentar a Keiko Fujimori cuando gobernaba. PPK perdió la presidencia por méritos propios, pero es innegable que el fujimorismo lo vapuleó desde el primer día, haciendo todo lo posible por entorpecer su gestión y acabar con su mandato. A pesar de ello, los despistados le insistieron en que entregara concesiones, ofreciera dialogar y tendiera puentes. La cuestión de confianza del gabinete Zavala les pareció una mala idea incluso cuando el gobierno ya había dejado caer a los ministros Saavedra, Vizcarra y Thorne a manos de la oposición. Hay una lógica muy elemental detrás de quienes le recomendaron completa sumisión a Kuczynski y ahora piden que el caso «Lava Juez» no agudice las diferencias entre el fujimorismo y sus contrarios. Son los mismos que desde hace años vienen defendiendo al crecimiento económico como una panacea capaz de resolver todos los males del país. Como hay que evitar cualquier factor que ponga nerviosos a «los mercados», el presidente tiene que carecer de resolución política. Asimismo, el combate a la corrupción debe ser apocado, evitando marchas y disputas que puedan ahuyentar las inversiones. Esta mirada es propia de quienes tienen los resortes económicos y sociales para casi siempre salirse con la suya —por ejemplo, cuando van a juicio— y presenta varias limitaciones. Primero, porque frena cualquier reforma verdadera, limitándola al terreno de la cosmética. ¿Cómo podemos enfrentarnos a la corrupción de «Lava Juez» y reformar nuestro sistema de justicia sin entrar en conflicto con las mafias que se benefician de sus vicios? Segundo porque, para crecer y progresar de verdad, un país necesita instituciones modernas, sólidas y confiables, entre las que destaque un Poder Judicial honesto, capacitado y previsible.