El frío los encuentra no solo sin abrigo, sino desnutridos, sumidos en la miseria, sin postas médicas y si las hay son tan precarias que poco ayudan.,El frío mata y lo hace 20 veces más que las altas temperaturas. Lo dice la prestigiosa revista médica The Lancet. ¿El dato es nuevo? No. Tampoco lo es la pobreza, el abandono o la indiferencia ante las cifras de muertos que año tras año provocan las heladas en el país. Me pregunto por qué este drama no nos conmueve ni nos moviliza como ocurrió durante los desastres naturales que arrasaron poblaciones costeñas en 2017. ¿Será que a estas víctimas las sentimos menos peruanas? ¿Son invisibles para la mayoría de nosotros? ¿Es porque son serranos? Por ello he destacado algunas loables iniciativas de empresas privadas que en alianza con diversas ONGs buscan donaciones para las poblaciones afectadas por las bajas temperaturas. Al compartir la información en redes sociales encontré apoyo y solidaridad, pero también mucho escepticismo respecto a la efectividad de estas campañas a las que algunos califican de “limosna” e “hipocresía”. Hay un amplio reclamo por la inacción del Estado y eso trae consigo pesimismo e incredulidad. Yo, por lo contrario, prefiero pensar que se trata de gestos bien intencionados que ojalá se multipliquen. Es obvio que las donaciones no son la solución. Urgen políticas públicas articuladas que atiendan las necesidades de estos peruanos. El frío los encuentra no solo sin abrigo sino desnutridos, sumidos en la miseria, sin postas médicas y si las hay son tan precarias que poco ayudan. No tienen carreteras para que les llegue la ayuda ni comunicación para pedir auxilio. Están solos. Me choca ver a las autoridades sonrientes posando para las fotos regalando un poco de frazadas. Qué hicieron antes, no preguntamos todos con razonable indignación. Pero ese enfado no puede paralizarnos. Aunque algunos las critiquen, las donaciones sirven y mucho. No creo que la respuesta a la ineficacia del Estado sea cruzarnos de brazos. Pero, no veamos en ellas la oportunidad de deshacernos de la basura que acumulamos. No sirven las ropas de baño, los hilos dentales, la ropa o zapatilla rotas, tampoco los patines. Seamos serios y humanos. Al dolor no le sumemos burla.