Actualmente Japón presenta un bajo índice de natalidad y la cultura idol solo lo profundiza.,Ayer, tras unas merecidas vacaciones, me reintegré al equipo de diagramación de este diario. En ese breve descanso vi un interesante documental titulado Tokyo Idols de la directora japonesa Kyoko Miyake estrenado en 2017. Esta cinta explora la cultura idol, un fenómeno social protagonizado por niñas y adolescentes que visten coloridos atuendos y realizan extenuantes coreografías mientras cantan, así como el día a día de sus seguidores, adultos de entre 20 y 45 años en su mayoría organizados cual hinchada de club de fútbol que las animan a viva voz. Al parecer nada del otro mundo. Sin embargo, me resultó inquietante una de las declaraciones de los entrevistados: “Lo que las hacen atractivas es que no están desarrolladas". Quien escribe, por supuesto, es alguien alejado de esa realidad, de manera que me impresionó esa imaginaria y finísima línea que separa a los admiradores de las idols, a los lolicon y a los pedófilos. Aún así tengo entendido que la cultura idol representa una salida a aquellos varones japoneses que reciben de ellas una "interacción honesta" sin el temor a ser rechazados. Bien expresa la periodista Minori Kitahara que "en lugar de conectarse con mujeres (de su edad), eligen chicas que no los desafiarán o lastimarán". Actualmente Japón presenta un bajo índice de natalidad y la cultura idol, así como el creciente desinterés de los japoneses en el sexo y la inestabilidad laboral, solo lo profundiza. Tokyo Idols es un registro audiovisual que merece la pena ser visto y analizado desde un enfoque social y, por qué no, económico, ya que esta industria aún en auge mueve cerca de mil millones de dólares al año. Tokyo Idols está disponible en Netflix.