En el fondo lo que Vizcarra está lanzando es una suerte de movilización nacional, en la que deberían participar especialistas, encuestas, y los políticos mismos,El anuncio de un proyecto del Ejecutivo para establecer un Senado, eliminar el voto preferencial y corregir la aplicación de la cifra repartidora, es una buena noticia. Las tres propuestas son parte de una polémica que viene de atrás. La cifra repartidora es de 1963, el voto preferencial de 1980, y la unicameralidad de 1993. Cada una de estas medidas tuvo argumentos a favor en su momento, y en cierto modo los sigue teniendo. Pero con el tiempo la suma de sus efectos ha producido desastrosos resultados para la marcha de la política. Sobre todo distorsionó el sentido de lo partidario e introdujo inocultables debilidades en el trabajo parlamentario. Sin embargo el gremio político se ha aferrado a las tres medidas, por diversas consideraciones. Nunca la cifra repartidora había convertido una cuarta parte de los votos en una mayoría absoluta. La ausencia de un Senado estabilizador de los arrestos de una cámara baja no se había dejado sentir como necesidad apremiante. El voto preferencial, impuesto por los militares en 1979 para acotar a dirigencias partidarias, aún es visto por muchos como un avance democrático. Pero su resultado más notorio ha sido una creciente reducción en la calidad de las representaciones, lo cual incluye intereses ilegítimos al abordaje de la política. Vemos, pues, que Martín Vizcarra desea tomar por las astas a un trío complicado de toros, que en conjunto constituyen la reforma electoral que todo el mundo está reclamando. Las respuestas de las bancadas y los congresistas individuales serán un primer indicio de cómo le puede ir a esta iniciativa presidencial, sin duda llamada a sufrir modificaciones. Por lo pronto habrá una resistencia de los congresistas que llegaron al hemiciclo gracias al voto preferencial, y que por tanto creen firmemente en la propiedad privada de la curul. Además el mecanismo que les permitió ser elegidos, suponen, también les permitirá ser reelegidos, dentro del mismo partido o en cualquier otro. En el fondo lo que Vizcarra está lanzando es una suerte de movilización nacional, en la que deberían participar especialistas, encuestas, y los políticos mismos. No imaginamos un proceso particularmente rápido. Pero aun con logros demorados y parciales, la propuesta aprobada sería un hito clave en la modernización el país.