El gabinete debe precisar sus objetivos ante el congreso.,Ojalá que el 2 de mayo en que el gabinete Villanueva irá al congreso para exponer su plan y solicitarle una confianza que tiene asegurada, sea la oportunidad para que el gobierno aterrice las buenas intenciones que proclama y con las que no es posible discrepar, pero tampoco saber qué quiere hacer, realmente, la presidencia de Martín Vizcarra. Es comprensible la demora. Mañana recién se cumple un mes de su presidencia. Si bien justo después del fracaso del primer intento de vacancia de Pedro Pablo Kuczynski, Vizcarra y César Villanueva habrían iniciado la coordinación con FP, Frente Amplio y Apra para la segunda intentona, el esfuerzo no parece haber estado puesto en qué hacer al llegar a Palacio. Pero la presentación del gabinete ante el congreso dentro de diez días es la gran oportunidad para, de una vez, señalar un rumbo claro sobre cómo quiere aprovechar Vizcarra los 39 meses de su presidencia, una gran diferencia con el otro gobierno de transición que ha habido en el Perú. La de Valentín Paniagua, de solo ocho meses a inicios del siglo, fue una administración exitosa pues consiguió los dos objetivos que se le demandaban tras el colapso del fujimontesinismo: elección transparente y colaborar con la justicia para meter presa a la cúpula corrupta. El gobierno de Vizcarra, en cambio, es casi un gobierno completo —en Chile, por ejemplo, los mandatos presidenciales son de cuatro años— y requiere objetivos más ambiciosos. ¿Cómo medir el éxito de su administración? En función de lo que diga que quiere lograr, lo cual, aprovechando el madrinazgo de Keiko Fujimori y su combo ‘mototaxi’ en el congreso, podría permitir un marco más ambicioso que solo crecer y apuntar a reformas de mayor alcance. Hasta el momento, tanto el presidente Vizcarra como el premier Villanueva han ofrecido declaraciones sobre propósitos cargados de buena intención, pero con mucho cliché como ‘no será un gobierno de escritorio ni de calculadora’ y generalidades así. Eso no está mal, pero este caldo de ideas ya necesita un poco de carne que, hasta hoy, no aparece. De lo contrario, el presidente Vizcarra puede parecerse a Marcos Calderón, dos veces entrenador de la selección peruana —campeón sudamericano 1975 y mundial de 1978 en Argentina— de quien se cuenta que, antes del partido, les daba a los jugadores direcciones ‘tan precisas’ como ‘muchachos, háganme caso, salgan a la cancha, jueguen bien y ganen’, y luego ya cada uno veía qué hacía con la pelota en el terreno de juego.