Que el antifujimorismo existe, existe. No es una organización única, pero ha durado 26 años, en los cuales ha sido clave para dos derrotas electorales de Keiko Fujimori, sobre todo por su condición de sentido común democrático. Tiene la capacidad de haber aglutinado en torno suyo fuerzas que no se han entendido en ningún otro tema. Como sucede con los impulsos reactivos, la naturaleza del antifujimorismo ha venido dependiendo de lo que ha sido el propio fujimorismo. Por años se vio a este último como el resabio de una pésima experiencia cívica, signada por la ilegitimidad. Pero en ese entonces no se le consideró tan peligroso como para impedirle competir en elecciones democráticas. Mientras el fujimorismo iba creciendo, sus enemigos consideraron que había tareas más urgentes que atajarlo realmente. Por ejemplo utilizarlo como un cuco para victorias electorales que pudieran dar cabida al antifujimorismo, encabezado sobre todo por liberales, izquierdistas o partidos de otras derechas con intereses propios. El triunfo parlamentario de Fuerza Popular y la apretada victoria presidencial de PPK en el 2016 cambiaron las cosas, al colocar a ese partido en la perspectiva de un poder total. La tarea de enfrentar esta situación quedó en manos de una presidencia y un Ejecutivo que no eran, ni son, antifujimoristas, pero que necesitaban sobrevivir como poder y como mandato. El volteretazo de Pedro Pablo Kuczynski ha liberado las fuerzas de un antifujimorismo encadenado por las necesidades del juego electoral, y las ha lanzado a la protesta. El problema de estas fuerzas no está en sus razones, su decisión o su recuperada cohesión, sino en su comprensión de qué es el fujimorismo en la nueva coyuntura. Los ensayos de definición no han funcionado. La idea de FP como partido capaz de avanzar hacia una nueva derecha democrática y más moderna fracasó. La idea de un retorno a los años 90 es atractiva porque allí está la prepotencia de un estilo lumpen, pero si ese es el peligro específico, todavía está por ser demostrado. A la postre, la esencia que debería interesar a los antifujimoristas es la capacidad fujimorista para obtener buenos resultados en las elecciones. ¿Cómo se han estado organizando? ¿Qué han estado vendiendo o proponiendo?