El eufórico grito de José Chlimper duró realmente poco. También duró poco la euforia del aplauso fujimorista en el Congreso. En pocas horas todo eso se volvió una reacción agria, apenas comprendieron lo que había sucedido. Marcelo Odebrecht no había exculpado a Keiko Fujimori. Solo había puesto su culpa en contexto, y en perspectiva. En efecto, Odebrecht no se había reunido con la candidata, ni le había entregado dinero a ella personalmente. Lo que había hecho, en su versión ante los fiscales, es aportar a la campaña de Keiko Fujimori. De modo que lo que pareció por un instante el fin del problema no era tal por ningún lado. Las declaraciones de Odebrecht dicen mucho. Más de lo que vio el impulsivo Chlimper. Pues al haber dado dinero a la campaña, necesariamente también se lo ha dado a la candidata, aunque ni un solo billete do Brasil haya tocado la palma de su mano. Lo otro que confirmamos es que Jorge Barata sabe bastante más de lo que dice. Así, la aplaudida Keiko Fujimori queda en un apretado zapato chino. Como ha hecho notar Rosa María Palacios, su status ha pasado a ser el mismo que el de los Humala. De modo que o ellos salen, o ella entra. Sobre lo cual los vejados fiscales ciertamente tendrán algo que decir en los próximos tiempos. La furia de Keiko Fujimori es elocuente, porque ha entendido un poquito más que Chlimper. Ahora desmiente al Odebrecht que hace pocas horas su bancada en cierto modo aplaudía. Sabe que la revelación hecha por el magnate brasileño puede llegar lejos, y de paso afectar otras acusaciones que la comprometen. La sensación es que para salvarse de mayores incomodidades la jefa de FP ha estado dispuesta a tirarse contra la fiscalía, el TC, la presidencia, la prensa, y ahora último un sector de la empresa privada, y los trabajadores que se ganan la vida allí. Ahora ya parece tarde, y todo huele a una nueva versión del cuarto de Tula. Sin duda lo dicho por Odebrecht no zanja la cuestión. Pero sí desbarata la versión de un FP sin mácula de la empresa constructora brasileña, y de una jefa por encima del bien y del mal.