El censo es una herramienta crucial para gobernar mejor.,En medio de no pocas críticas por las disposiciones para la ciudadanía y el cuestionario, llegó el día del censo, el cual constituye una herramienta fundamental para conocernos mejor con el fin de poder diseñar políticas públicas más acertadas. Las críticas más importantes fueron planteadas en esta página, desde hace una semana, por Rosa María Palacios, sobre las medidas de cumplimiento obligatorio para la gente, las cuales desnudaron la falta de organización de los responsables. Sus críticas se concentraron en el escaso respeto del gobierno por derechos fundamentales como la libertad de tránsito o la afectación de los derechos laborales y patrimoniales por el día de trabajo perdido. No era, obviamente, una crítica al censo en sí mismo, sino a la impericia mostrada por el gobierno para organizarlo dentro del respeto a las normas propias de un Estado de derecho, y que ayudaron a constatar, nuevamente, como apuntó Rosa María, a que estas deficiencias “lo único que muestran es que los problemas del Ejecutivo no son problemas de comunicación. Son problemas de mala gestión”. Algunas rectificaciones relevantes hubo, como la del ministro del Interior al señalar que las comisarías ya no se llenarían hoy. Los otros debates se refirieron al cuestionario, siendo dos aspectos los que más llamaron la atención (si es que la intensidad de la discusión se mide por la cantidad de memes). Uno es el debate sobre la autodefinición étnico-cultural a la cual se refirió ayer en su columna Mirko Lauer, y que va a ser respondida en la pregunta 25 (Por sus costumbres y sus antepasados, ¿usted se siente o considera?) –no lo creo posible, pero veré hoy si el empadronador me deja marcar ‘zacalagua’–; y, también, de algún modo, en la 11 (¿Cuál es el idioma o lengua materna en el que aprendió a hablar en su niñez?). El otro debate del cuestionario ha sido sobre la religión en la pregunta 26 (¿Cuál es su religión?), en el que algunos dirigentes evangélicos trataron de llevar agua para su molino para reducir el porcentaje de católicos. Fernando Tuesta tuvo en el Twitter un adecuado consejo para los agnósticos o ateos: no deben marcar ‘otra’, como dicen unos, sino ‘ninguna’. Esta pregunta servirá para evaluar si el período de cardenal de Juan Luis Cipriani le ha pasado factura al catolicismo peruano. Según Ipsos, la institución que ha perdido más confianza en el Perú ha sido la Iglesia Católica, la cual pasó de 81% en 1997, a 71% en 2007 y a 60% en 2017. Curiosamente, Cipriani es cardenal desde enero 1999.