La actuación de Mercedes Aráoz viene siendo definida, según el cristal con que se mire, como el logro de una tregua que era urgente, como un proceso de claudicación del Ejecutivo, como una expresión de la influencia del Apra, e incluso como una hábil maniobra para mantener a raya a Fuerza Popular. El descontento de las voces antifujimoristas ya es evidente. Pero todavía es temprano para una definición exacta, pero el giro dado por el gobierno es evidente, y en cierta medida misterioso. ¿Por qué el relativo éxito de la cuestión de confianza ha venido seguido de una política de acercamiento a posiciones de la mayoría FP del Congreso? Una respuesta fácil es que el Ejecutivo necesita el voto de confianza para el gabinete Aráoz. Pero si ese es el objetivo, entonces se está entregando realmente mucho. El problema aquí no son los gestos conciliadores, quizás comprensibles, sino el riesgo que parecen estar corriendo las políticas del gobierno en algunos sectores. A pesar de sus problemas con Kenji, la mayoría FP no ha cambiado en lo esencial. Algunos voceros particularmente polémicos y destemplados han sido puestos en suspenso. Pero la acometividad sigue presente, y con ella el peligro de nuevos bloqueos a la marcha del Ejecutivo. Hay nuevos ministros bienvenidos, pero otros siguen en la mira. Los sectores antifujimoristas de la política suspendieron el juicio frente al nuevo gabinete por unos días, pero ahora ya hay reclamos. La tajante advertencia de Mario Vargas Llosa es clara señal de que hay quienes están esperando que Pedro Pablo Kuczynski cruce una línea de no retorno en su presidencia. Faltaría recorrer un trecho para llegar a esa línea. Pero este primer espectáculo de un PPK empezando a inclinarse hacia otro tipo de derecha ha sobrecogido a muchos. En especial a aquellos que lo apoyaron en el 2016 a pesar de no compartir sus puntos de vista. Definitivamente esperaban más. Estaríamos, pues, ante un resultado paradójico de la medida de fuerza que el antifujimorismo le reclamaba a PPK. Esas personas entendían mejor a PPK como el liberal acosado por FP, al que se le reclamaba hacer más política. La política del PPK actual no les gusta, pero quizás ella era predecible.