¿Por qué han caído las aprobaciones en casi todo el espectro político? Cuando Ipsos hizo su encuesta hace unos días ya los efectos de la huelga magisterial tenían semanas a velocidad de crucero, y la política era sobre todo una confrontación entre Estado (oposición y gobierno) y maestros movilizados en las calles. La opinión pública está en un curso de cierto sentido común radicalizante. En un 56% está a favor de la huelga, mayoritariamente ve bien las marchas como forma de protesta, no presta mayor importancia a la presencia de dirigentes teñidos de senderismo, y más bien opina que los reclamos del magisterio son por convicción. Lo anterior viene mezclado con opiniones fuertes a favor de medidas que los huelguistas rechazan, como la evaluación de méritos, los descuentos por días no trabajados o los despidos, si bien no inmediatos. Si hubiera que hacer un balance, este sería a favor de la huelga, pero con concesiones al orden educacional vigente. Aunque en esta ocasión Ipsos no lo pregunta, es más o menos obvio que buena parte del público simpatiza con la idea de un aumento a los maestros mayor que el que acaba de concederse. Después de todo, prácticamente todo el Perú debe estar deseando un aumento en sus ingresos, y la situación magisterial (el “maestro barato” al que se refiere Nicolás Lynch) simboliza ese deseo. Quizás no es tan insólito decir que ese 56% que simpatiza con la huelga ha sido el que ha disminuido en agosto las aprobaciones de políticos a lo largo de todo el tablero, con la solitaria excepción de Verónika Mendoza. Como si ese público tuviera sus propias ideas sobre cómo resolver esta fase radical de la huelga. Así, la encuesta Ipsos sugiere que la huelga de los radicales enemigos del Sutep-Patria Roja está sirviendo como catalizador de formas más amplias, sutiles y penetrantes de descontento, que toca a todos los políticos, empezando por el presidente y los opositores. De esta coyuntura saldrán nuevos dirigentes, y no solo sindicales. El gobierno está en una encrucijada, entre esperar el desgaste de la huelga y así defender a sus implícitos aliados del Sutep-Patria Roja, o echar mano al chanchito fiscal y crear una nueva situación económica para los maestros. Será un artista político quien encuentre una fórmula intermedia eficaz.