¿Significan algo las estadísticas sobre expectativas de los empresarios? En realidad muy poco. Aunque se piensa que un empresario con expectativas optimistas es más proclive a invertir que uno marcado por el pesimismo. Así, una encuesta en el sector, como la que acaba de publicar el BCR, suele ser vista como una suerte de pronóstico para la economía. Quizás la cosa ayude como referencia, pero en el fondo es bastante relativa. Sin duda los empresarios conocen su negocio y el contexto en que él se desarrolla. Pero no tienen nada parecido a una bola de cristal. Lo que sí pueden es comunicarle su optimismo al público, pero no necesariamente materializar ese sentimiento. Es una medición que tiene bastante de esotérico. Si el ánimo de los empresarios es comparar con el mes pasado, es una cosa. Si se compara con siete meses atrás, es otra cosa. Como en toda encuesta de este tipo, el momento en que se hace la pregunta es muy importante. Las preguntas mensuales muestran una volatilidad de las opiniones. En general, si 100 marca el optimismo absoluto, entonces no hay una sola esperanza positiva que llegue a 70, y el clima promedial va por los 60 y se acerca a 50, que es donde comienza el pesimismo empresarial. ¿Qué significa esto para un lego? Suena a algo como una inversión privada reducida y a regañadientes el resto del año. Ahora bien, debemos entender que estas cifras que trae el BCR no reflejan posiciones de principio, sino reacciones acontecimientos en todo el espectro de la realidad. Son esperanzas y temores zarandeados por noticias, parte de la constante preocupación por obtener reglas estables que permitan planificar mejor la inversión. Los medios y comentaristas especializados suelen presentar un aumento en la confianza empresarial, elevada a categoría de indicador económico, como algo que podría impactar en la marcha del país. Pero si miramos hacia atrás, la serie de mayores o menores confianzas resulta bastante aleatoria frente a la marcha de la economía. Sin embargo nos gusta mirar encuestas, y después de todo, esta de la confianza no es menos exacta que la de la popularidad de los políticos, por ejemplo. Aprobamos al político, pero luego no votamos por él. Sentimos confianza, pero luego no arriesgamos más de nuestro capital. ¿Qué significa esto para un lego? Suena a algo como una inversión privada reducida y a regañadientes el resto del año.