Comentar novelas con tema político es mi forma usual de hacer algunas sugerencias para su visita a la Feria Internacional del Libro desde una columna de análisis político. Pero esta vez les quiero recomendar algunos de mis autores europeos favoritos de novela negra contemporánea. Para cumplir aunque sea de pasada con el encargo del diario, entonces, resaltaré el entorno social y político que marca estas historias y que, para mí, las hace especialmente atractivas. Sabrán disculpar quienes esperaban un comentario sobre los tuits fratricidas de los naranjas o de las Procuradoras en guerra. Denle una oportunidad al polaco Zygmunt Miloszewski, padre del fiscal Teodr Szacki. Conocerá una Polonia poscomunista llena de tensiones por el cambio de régimen y que carga, además, con legados profundos como el antisemitismo. Szacki es un perfeccionista atrapado en sistemas estatales ineficientes, lentos y sin presupuesto, donde hasta los buenos están cargados de prejuicios. Alfaguara ha traducido dos de sus novelas: El Caso Telak y La Mitad de la Verdad. La crisis económica y política en Grecia sirve de marco para algunas de las investigaciones del comisario Kostas Jaritos, creado por Petros Makaris. Son varios más los libros del inspector Jaritos, pero la llamada “trilogía” de la crisis” (aunque sean cuatro libros) es especialmente interesante al mostrar una sociedad en descomposición por el descalabro económico, además de tensiones raciales y sociales por la migración que cruza Grecia hacia Europa. Investigar crímenes con medidas de austeridad en el Estado es cosa complicada. Más allá de su humor negro, el familiar y generoso Jaritos es sorprendentemente funcional para el típico detective de este género. Si le gustan los libros de los ya fallecidos Henning Mankell (el más político de los suecos) y Stieg Larsson (el más famoso de los suecos), dele una oportunidad a Asa Larsson y su serie sobre Kiruna, pueblo minero del norte de Suecia. En Kiruna la fiscal (o fiscal en descanso médico) Rebecka Martinsson y la inspectora Anna Maria Mella investigan una serie de casos que se enmarcan en temas tanto de la Suecia contemporánea como del pasado: colaboracionistas nazis, pastoras feministas, radicalismo religioso, crímenes corporativos en una economía en cambio, entre otros. Si el invierno es un protagonista más en las novelas suecas, en las de Larsson está incluso más presente. Un aspecto muy interesante es ver cómo la descripción de la cotidianeidad familiar de la Inspectora Mella muestra el doble trabajo de una investigadora cuando además carga con la parte dura del trabajo del hogar. El autor de El Lector y de la estupenda El Fin de Semana, el alemán Bernhard Schlink, es también creador de una excelente trilogía de novela negra que tiene como protagonista al detective Gerhard Selb. Selb fue funcionario de la Fiscalía durante el nazismo, además de simpatizante de este régimen. El tema de la guerra y posguerra suele aparecer tanto en los crímenes que investiga como en la vida personal de un Selb bastante distinto al de los años treinta y cuarenta. Quedan otros autores por recomendar, pero queda poco espacio Benjamin Black, seudónimo de John Banville, nos presenta al patólogo Quirke en el Dublin de los años cincuenta. El francés Pierre Lemaitre, creador del policía enano Camille Verhoeven no está entre mis favoritos, pero tiene buen número de seguidores y son historias entretenidas. Entre los buenos autores de novela negra hay también latinoamericanos, por supuesto. Entre ellos el cubano Leonardo Padura, invitado especial de este año a la Feria, con su entrañable policía Mario Conde. La FIL, claro, es mucho más que eso. Estos espacios hay que cuidarlos; son pocos en un Estado que tuvo a la cultura y la educación abandonadas por mucho tiempo y hoy, de a pocos, vuelve a darles atención. Son además una prueba de que existe más interés y demanda de lo que creen quienes minimizan la importancia de estas iniciativas. Vaya, compre y demande más presupuesto para las bibliotecas públicas. La FIL, claro, es mucho más que ver libros.Vaya, compre y demande más presupuesto para las bibliotecas públicas.