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Opinión

¿Oye cómo va? El primer mes de Milei, por Augusto Álvarez Rodrich

¿Puede tener éxito? ¿Será autoritario? ¿De qué depende?

larepublica.pe
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Una expresión de que la perspectiva de la presidencia de Javier Milei, que ya cumplió un mes, es incierta, es que el deporte preferido hoy es compararlo con jefes de estado a los que se podría parecer, olvidando que la fauna y flora latinoamericana es ancha y ajena, y que cada uno no es “ni calco ni copia, sino creación heroica”.

Milei lo está haciendo —hasta hoy— mejor de presidente que de candidato, habiendo dejado de lado —hasta hoy— sus propuestas imposibles, como cerrar el banco central o la dolarización.

Ha planteado un programa pragmático orientado a dos objetivos. Primero, una estabilización que recae principalmente en el sector privado para corregir desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios, a partir del entendimiento de que el gradualismo en materia de ajuste es un absurdo.

Segundo, iniciar el desmantelamiento de una regulación diseñada en el absurdo —como determinar qué productos van en cada góndola del supermercado—; en un mercantilismo para satisfacer a la corrupción; y en una ciudadanía adicta a la mamadera estatal.

Es un programa ambicioso cuyo principal desafío es la política: obstáculos legales, la oposición del congreso, y sociales por un ajuste fuerte y en el que la situación aún se pondrá peor en distintos rubros, como inflación y producción, antes de empezar a estar mejor, lo que recién ocurriría en 2025.

¿Lo apoyará la población? La aprobación a Milei está en 55%, y lo ayuda la comparación con los gobernantes previos, “una manga de ladrones desde el primero hasta el último”, como definió bien, hace años, el expresidente uruguayo Jorge Batlle a los políticos argentinos. Al dejar el cargo, lo primero que hizo el expresidente Alberto Fernández fue ir a Madrid a abrir cuentas bancarias, siendo ampayado en el trance.

¿Puede Milei tener éxito? Los antimercado gustan criticar a los ‘neoliberales’ que deben hacer el ajuste para olvidar a los estatistas que generaron su necesidad, y quisieran que fracase y termine en autoritarismo —poco probable por la institucionalidad argentina—, pero siendo difícil, es posible, como dice Michael Reid, si se “pasa por formar una coalición amplia y un equipo experimentado, y hacer un ajuste rápido e inteligente de la economía”.