La confianza de la inversión, como en todo, se construye con dificultad y paciencia, y se destruye con facilidad y rapidez, decía ayer en este espacio, por lo ocurrido en el Perú, con el efecto de ralentizar el crecimiento, disminuir empleos y salarios, y elevar la pobreza.
Las cosas no iban mal, pero empeoraron cuando se creía que iban a mejorar, en 2016, con la elección de Pedro Pablo Kuczynski y la mayoría en el congreso de Fuerza Popular por tener, más o menos, visiones coincidentes sobre promoción de la inversión privada.
Pero lo que no se previó fue la reacción de Keiko Fujimori por su segunda derrota e irse contra el gobierno, generando una turbulencia política que no se ha detenido hasta hoy y que se agravó con Pedro Castillo por su animadversión a la inversión privada y su incompetencia descomunal que ensombreció la perspectiva del país y destruyó la expectativa empresarial (salieron US$20.000 millones que no han vuelto), en medio de pandemia, invasión a Ucrania, Yaku, además de la conflictividad al inicio del gobierno de Dina Boluarte, en el cual se mantienen problemas que afectan el panorama.
PUEDES VER: Nos mandaron la moto, por René Gastelumendi
Hoy los motores de la economía han perdido fuerza; la inseguridad jurídica se elevó —el municipio de Lima no respeta laudos internacionales, se insiste en una reforma constitucional absurda, etc.—; la inseguridad crece, la extorsión es costumbre; Petroperú no deja de pedir más recursos; el riesgo regulatorio aumenta; proliferan medidas labores torpes del congreso (que parecen querer destruir a la CGTP con la liquidación del poco empleo formal que queda); se obstaculiza a la minería con permisos que no llegan; las fiscalías anticorrupción hacen lo que quieren por su notoriedad; se quiere tumbar la institucionalidad —como en la JNJ—, la corrupción se desbocó; la idiotez inundó la política; y lo que viene tras Boluarte puede ser aún peor que lo ya visto.
Son expresiones que mellan la confianza empresarial. Pese a lo cual, el Perú no está tan mal en el contexto regional y sigue ofreciendo oportunidades valiosas. Quienes lo entiendan así, las aprovecharán y contribuirán a salir antes del atolladero, del que, sin duda, se saldrá como tantas veces previas, y de situaciones mucho más adversas. Todo es cuestión de confianza.