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Opinión

Dos payasos peligrosos, Ángel Páez

“La miniserie (‘Los plomeros de la Casa Blanca’) no olvida que estos payasos (Howard Hunt y Gordon Liddy)estaban dispuestos a matar periodistas si es que se lo pedían sus ‘superiores’”.

larepublica.pe
Paez

Ya era hora de que alguien se atreviera a relatar desde la perspectiva de los villanos el famoso caso Watergate que destapó el periódico The Washington Post y derribó al presidente Richard Nixon. La mayoría de las narraciones se concentra en el glamuroso, excitante, heroico trabajo de los reporteros de investigación Bob Woodward y Carl Bernstein. Pero en la miniserie ‘Los plomeros de la Casa Blanca’ (HBO) la historia la protagonizan E. Howard Hunt y G. Gordon Liddy, los espías del republicano Nixon que diseñaron, planificaron y ejecutaron el fracasado intento de robar los secretos de la sede del Partido Demócrata.

No se entiende cómo Nixon pudo haber encargado el trabajo sucio de su administración a este par de mitómanos, fracasados y cómicos espías, a quienes sobornó para silenciarlos. Sin embargo, no pudo impedir que uno de los cómplices, James W. McCord, del mismo perfil que Hunt y Liddy, lo confiese todo ante un juez.

Desde que el director Alan J. Pakula filmó Todos los hombres del presidente (1976), una exitosa película basada en el libro del mismo nombre de Woodward y Bernstein, donde la aparición de los “plomeros” de Nixon es marginal, no se había expuesto con tanta intensidad, dramatismo y comicidad la actuación de Hunt y Liddy, quienes fueron los que propusieron a los asesores de Nixon el plan para sustraer supuesta evidencia incriminatoria contra los demócratas, a quienes tildaban de “comunistas” y atribuían un plan para someterse Estados Unidos a la Unión Soviética.

La miniserie se sostiene justamente en las memorias de uno de los “hombres del presidente”, Egil Krogh, (Integridad: buenas personas, malas decisiones y lecciones de vida desde la Casa Blanca, 2007), un fanático abogado republicano y religioso a quien se le encargó la formación y conducción de la Unidad de Investigaciones Especiales de la Casa Blanca, que no era otra cosa que una organización criminal dedicada al espionaje contra los enemigos de Nixon y que se financiaba con fondos públicos. Krogh fue el responsable del reclutamiento de Hunt y Liddy, por lo que tuvo conocimiento excepcional de las actividades ilegales de los “plomeros” y del involucramiento de Nixon.

Howard Hunt, exagente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y Gordon Liddy, exoficial de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), escribieron sus memorias repletas de confesiones sobre su actuación en Watergate. Sus libros (Lazos secretos: mi vida como espía de la CIA y conspirador de Watergate, 2008; y Voluntad: la autobiografía de G. Gordon Liddy, 1980) están lejos del descarnado retrato satírico de la miniserie que no olvida que estos payasos estaban dispuestos a matar periodistas si es que se lo pedían sus “superiores”.