Está muy bien poner al descubierto a ‘robacables’, ‘lavapiés’, ‘comepollos’, ‘viajeros’, ‘mochasueldos’ y otras especies de pájaros fruteros del Congreso. Pero también merecen atención los que promueven millonarios intereses económicos desde las entrañas del Estado. Lo que el caso Lava Jato expuso —presidentes, ministros, congresistas y altos funcionarios gubernamentales al servicio de grandes constructoras— no fue la excepción, sino la regla. Sin embargo, el destape de Lava Jato no fue obra de la prensa.
Nos estamos dedicando más a las mojarrillas que a los tiburones.
Un equipo de reporteros del periódico The Wall Street Journal acaba de ganar el premio Pulitzer a la mejor investigación periodística por una serie que revela que más de 2.600 altos funcionarios de organismos reguladores y fiscalizadores federales cometieron graves casos de conflictos de interés. Este es un caso de pesca de tiburones.
Los periodistas descubrieron que servidores de entidades, como el Departamento del Tesoro, la Agencia de Protección Ambiental, el Servicio Interno de Impuestos, la Comisión de Bolsa y Valores, el Sistema de Reserva Federal, el Departamento de Salud y Servicios Humanos, y la Administración de Alimentos y Medicamentos, entre otros, habían comprado acciones de grandes corporaciones que se encontraban bajo su supervisión o estaban sometidas a inspecciones de control. De modo que sus decisiones como funcionarios públicos podían influir en el incremento del valor de estas compañías, obteniendo millonarias ganancias con las transacciones en la sombra.
Los funcionarios federales están obligados a declarar potenciales conflictos de interés, pero estos, cuando fueron detectados, arguyeron que contrataban a agencias privadas para que se encargaran de sus finanzas, por lo que desconocían el detalle de sus inversiones. Sin embargo, los periodistas documentaron varios casos en los que estos servidores de primer nivel estaban completamente al tanto del destino de sus acciones. Sin embargo, no se abstuvieron de intervenir en los procesos que involucraban a las compañías en las que había invertido. Es decir, lucraron con la posición de privilegio en la que se encontraban.
Uno de los más espectaculares hallazgos fue el siguiente. Basándose en las declaraciones juradas de interés que presentan los servidores públicos, los reporteros identificaron que al menos uno de cada cuatro altos funcionarios de la Comisión Federal de Comercio era dueño o comercializaba con acciones de Facebook, Amazon, Oracle o Google, gigantes multimillonarios de la tecnología a los que al mismo tiempo sometían a escrutinio. Así que, para ganar un Pulitzer, en lugar de mojarrillas, mejor es pescar tiburones.
Fundador y jefe de la Unidad de Investigación. Estudió en la UNMSM, ha culminado una Maestría en su especialidad y enseña Periodismo de Investigación en la UPC. Es integrante del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés). Es corresponsal del diario argentino Clarín y de la revista mexicana Proceso.