Psicólogo social, Facultad de Comunicación, Universidad de Lima
Se ha generado un debate con relación al crecimiento del apoyo al presidente Castillo que recientes encuestas muestran. La pregunta es si este nivel de aprobación aumentará o no y sus motivos. La conferencia de prensa de Aníbal Torres, este domingo, muestra que el Ejecutivo ha ido estructurando una respuesta política que, si bien no aborda las críticas a la gestión y acusaciones de corrupción al Gobierno y al presidente, sí indica que el comportamiento será otro y que está buscando reconectar con un sector de quienes fueron sus votantes.
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Hay que recordar que, de acuerdo con una encuesta realizada por Ipsos el 2021, Perú estaba entre los cinco primeros países del mundo donde las actitudes populistas ciudadanas están más difundidas. Los estudios al respecto señalan que estas son más frecuentes cuando la desconfianza y la insatisfacción respecto a las instituciones del sistema democrático son altas. Esto tiene que ver con el componente antielitista o antigrupos de poder que forman parte de la lógica o discurso populista. No hay que argumentar mucho para entender que este aspecto antiestablishment de la cultura política peruana, y en particular de la populista, se alimenta día a día gracias al Congreso y en general los partidos. Es también lo que explica, en parte, la sensibilidad de un sector de la ciudadanía frente a la cobertura periodística de las investigaciones que la Fiscalía viene conduciendo respecto al presidente y su entorno. Algunos lo ven como lo que ocurre normalmente desde los grupos de poder cuando el que está ahí no es de su agrado. La fragmentación del consumo de medios y el bajo interés por seguir los temas políticos tienen que ver con un aumento de la oferta, pero también con la desconfianza en lo establecido. La prensa tiene que fiscalizar y es primera vez que un presidente es investigado, pero bien haría en hacer un balance de su cobertura mediática y los efectos de esta.
Sin embargo, si fuese solo eso, la consecuencia de la desconfianza y frustración frente a los grupos de poder sería predominantemente la desafección (no apatía). Este es el ánimo de muchos, pero no explica el apoyo a Castillo. Para entender el crecimiento del nivel de aprobación, es necesario mirar otro aspecto de la lógica populista, que es la demanda de poder popular y la relación antagónica entre ese pueblo “bueno” ignorado y los grupos de poder que se ubican en el lugar de “la maldad”. Como señalaba Enrique Patriau este domingo en La República, en el Gobierno han decidido tener “un rol menos pasivo”. Esto se vio en la primera reacción del Ejecutivo convocando a organizaciones afines y en la conferencia de prensa dada por el premier y ministros el domingo por la noche. Se va articulando un discurso confrontacional frente a todo aquello que se ubica en el mundo de los grupos de poder adversos. Términos como “golpistas”, “corruptos” y un funcional recuerdo de cuándo puede el Ejecutivo pedir la disolución del Congreso conectan con un sector de la ciudadanía que piensa y pide lo mismo. Un sector que decía estar decepcionado de Castillo porque no estaba cumpliendo con sus promesas (una forma de entender la honestidad en política), pero también porque percibía que no se estaba enfrentando a los poderosos. No solo es la victimización, es la acción antagónica que incluso se está expresando en acciones legales diversas. Ese es un mensaje que conecta con quienes se identifican con el presidente no solo por su extracción social (uno más de los “nadies”) sino por su capacidad de enfrentarse al que se percibe como poderoso. Difícil decir si seguirá subiendo o no la aprobación con esta estrategia más agresiva, pero vemos que el “sindicalista básico” no lo era tanto, que ahora vienen las audiencias a la esposa, y que tiene una oposición básica al frente que lleva a ser cauto en pronósticos.
Pedro Castillo y Aníbal Torres