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¿Cómo era el campo de concentración que México abrió por presión de EE. UU. y quiénes lo habitaban?

Durante casi 3 años, una exhacienda en Temixco, en el estado mexicano de Morelos, se convirtió en la prisión de decenas de familias que fueron enviadas al lugar contra su voluntad.

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Grupo de personas en la exhacienda de Temixco cuando funcionaba como campo de concentración. Foto: Archivo General de la Nación de México

A una hora y media de Ciudad de México, una exhacienda del siglo XVII fue el escenario donde unas 600 personas fueron recluidas durante la Segunda Guerra Mundial, con el fin de que puedan ser controladas por las autoridades mexicanas por expresa petición de Estados Unidos.

La exhacienda de Temixco, que en la actualidad se ha convertido en un espacio de recreación con toboganes y piscinas, fue, desde 1942 —cuando Adolf Hitler ganaba terreno, poder y aliados— hasta 1945, un lugar donde se encerró a inocentes por miedo al nazismo.

¿Quiénes habitaban el campo de concetración en Temixco?

En aquel entonces, tal como lo hiciera el presidente Roosevelt, en México se creó un campo de concentración para albergar a cualquier ciudadano japonés que viviera en tierras aztecas por miedo a que alguno de ellos fuera un espía.

La historia dice que Roosevelt se contactó con Manuel Ávila Camacho, presidente de México, y le afirmó que, además de recluir a los ciudadanos japoneses, debía cancelar sus importaciones y exportaciones, ya que podían ser de ayuda para los nazis. Esto tras el ataque de Japón a la base estadounidense de Pearl Harbor a finales de 1941.

"El gobierno mexicano aceptó la presión del gobierno norteamericano para trasladarlos, pero, a diferencia de otros países latinoamericanos, decidió no enviarlos a los campos de EE. UU., sino que los concentró en el propio México", sostuvo a BBC Mundo Sergio Hernández, historiador experto en migración japonesa en México.

¿Cómo era el campo de concentración de Temixco?

A diferencia de los campos de exterminio nazi, las personas que se encontraban en Temixco no tenían la salida totalmente prohibida, contaban con baños, aulas y salas comunes.

Se especula que gran parte de los arrestados habían migrado al país para huir de los cambios y persecuciones en su lugar de origen; sin embargo, fueron aprisionados y obligados a dejar atrás sus vidas y años de integración en otras zonas de México.

"Mis papás se pusieron muy tristes, pero él siempre decía que nada más terminara la guerra íbamos a regresar. Y con esa idea vinimos", contó a BBC Mundo Rosa Urano, una las habitantes que llegó a los 6 años de edad junto con Yashiro, su papá japonés; María, su mamá mexicana; y sus dos hermanos.

En medio de la entrevista, recordó que toda su familia dormía sobre una colchoneta. No tenían cocina, ya que todos comían en el comedor colectivo que atendían su madre y el resto de mujeres.

Al igual que ella, los niños podían acudir a una escuela fuera de la hacienda, a otra que se encontraba dentro o una donde se enseñaba en japonés.

Por su parte, los hombres estaban encargados de cultivabar alimentos para su consumo y para la venta. Por esta labor, recibían cuatro pesos semanales (US$0,21 al cambio actual).

En 1945, el campo cerró, al finalizar la guerra, y los prisioneros quedaron libres. Después de lo que tuvieron que vivir, muchos decidieron dejar el país. Otros, como la familia de Urano, optaron por quedarse en la zona tras años alejados del que había sido su hogar en Veracruz.

"Las mujeres de algunos japoneses, que eran mexicanas, también sufrieron una violación terrible de sus derechos, obligándolas a concentrarse aquí. Y también afectó a japoneses que ya eran mexicanos naturalizados. Fue una persecución claramente racial", aseguró Hernández.