En un emotivo mensaje de Fin de Año, el presidente ruso, Vladimir Putin, destacó los logros alcanzados por Rusia durante sus 25 años en el poder. Desde su primera designación como presidente en la Nochevieja de 1999, Putin dirigió al país a través de diversas transformaciones políticas y económicas, consolidando su figura como un líder influyente en la escena internacional. El mandatario, en su discurso, hizo una breve mención a la situación en Ucrania, afirmando que “sólo avanzaremos”, lo que sugiere una continuidad en su enfoque hacia el conflicto.
Este mensaje se presenta en un momento crucial, cuando las tensiones geopolíticas dominaron la agenda global y puso a prueba la resiliencia del país. El Kremlin, una figura que genera divisiones tanto dentro como fuera del país, aprovechó la ocasión para reafirmar su compromiso con el desarrollo y la estabilidad de Rusia, destacando que los logros obtenidos son fruto del esfuerzo colectivo de su pueblo.
Putin emergió en un contexto de inestabilidad tras la caída de la Unión Soviética. Su primera acción significativa como primer ministro fue la ofensiva en Chechenia, que catapultó su popularidad.
Sin embargo, este conflicto estuvo rodeado de controversias, incluyendo la sospecha de que el Servicio Federal de Seguridad (FSB) estuvo involucrado en ataques que justificaron la guerra. A lo largo de los años, el Kremlin utilizó la guerra como un medio para fortalecer su control interno, justificando la represión bajo la premisa de la seguridad nacional.
El régimen de Vladimir Putin, tras más de dos décadas en el poder, enfrentó numerosas críticas por la creciente represión contra la oposición política y la libertad de expresión en Rusia.
Un informe reciente del medio independiente Proekt señala que durante la última legislatura se registraron más de 11.000 procesos judiciales contra ciudadanos que expresaron opiniones contrarias al gobierno, lo que refleja el aumento de las medidas represivas en el país.
La invasión de Ucrania en 2022 fue un punto de inflexión en la política del Kremlin. La guerra generó un flujo constante de bajas rusas, lo que incrementó el descontento interno. Sin embargo, se logró mantener un control férreo sobre la narrativa, presentando el conflicto como una lucha por la soberanía nacional.
A pesar de la oposición interna, una parte significativa de la población sigue apoyando al presidente, aunque este apoyo es frágil y se basa en un conformismo que podría desmoronarse ante nuevas adversidades.
El régimen de Putin enfrenta un dilema debido a la falta de una visión clara para el futuro. A diferencia de ideologías anteriores, el putinismo se basa en la nostalgia de un pasado imperial y en la defensa de valores tradicionales. Según la politóloga Tatiana Stanovaya, advierte que el país atraviesa una fase de "putinismo salvaje", caracterizada por intensas luchas internas.
En este contexto, el futuro de Rusia es incierto. La guerra en Ucrania y la represión interna generó un escenario inestable que podría conducir a un cambio significativo en la estructura del poder. Aunque el régimen se aferra a su narrativa de fortaleza y unidad, la realidad de un país dividido y en crisis se hace cada vez más evidente.