Un violento ataque en El Guabo, Ecuador, dejó un saldo de diez muertos, entre ellos nueve colombianos. Las autoridades investigan el suceso como un posible ajuste de cuentas entre bandas criminales que operan en la región. El ataque, ocurrido en la madrugada del 1 de diciembre, ha sido atribuido a un grupo armado conocido como los Sao-Box, que se enfrenta a otras organizaciones delictivas por el control territorial.
Los cuerpos de las víctimas fueron hallados en una vivienda y en las cercanías, lo que sugiere un enfrentamiento brutal. Las investigaciones preliminares apuntan a que los colombianos fueron contratados por una organización criminal para llevar a cabo un ataque en Ecuador. Este suceso resalta la creciente violencia en la frontera entre Colombia y Ecuador, donde el narcotráfico y la lucha por el control de territorios son constantes.
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El ataque armado se produjo en la parroquia Barbones, donde las autoridades encontraron los cuerpos de las víctimas en una residencia que habían alquilado. Los cuerpos presentaban signos evidentes de violencia y se descubrió un panfleto que advertía sobre las consecuencias de desafiar a los Lobos Espejos, una facción rival.
El coronel Pablo Fajardo, comandante de la Policía en El Guabo, informó que las víctimas fueron abatidas con armas de fuego de alto calibre, incluyendo pistolas de 9 milímetros y fusiles de asalto. Este ataque se enmarca en un contexto de violencia creciente en la región, donde las disputas entre bandas criminales son cada vez más comunes.
La ubicación estratégica de El Guabo ha convertido a esta región en un punto clave para el narcotráfico y otras actividades ilícitas. Los departamentos colombianos de Nariño y Putumayo, que comparten frontera con Ecuador, concentran casi el 50% de los cultivos de coca del país, lo que alimenta la violencia en la zona.
En 2023, se registraron 253.000 hectáreas de cultivos de coca en Colombia, con una capacidad de producción de 2.664 toneladas métricas de cocaína pura. Esta situación ha llevado a un aumento en la competencia entre grupos armados, como Los Lobos y los Sao-Box, quienes luchan por el control del tráfico de drogas hacia Centroamérica.
Las autoridades ecuatorianas continúan investigando el caso para esclarecer los detalles de la masacre. Hasta el momento, se ha confirmado que de los siete colombianos involucrados, solo uno tenía antecedentes penales relacionados con el tráfico de estupefacientes. La situación en la frontera sigue siendo tensa, y se espera que las investigaciones revelen más información sobre las dinámicas de poder entre las bandas criminales.
Este trágico suceso pone de manifiesto la complejidad de la violencia en la región y la necesidad de abordar las causas subyacentes que alimentan el narcotráfico y la criminalidad organizada.