Mary Mallon, conocida como “Mary Tifoidea”, es un caso emblemático en la historia de la medicina. Su vida, marcada por la tragedia y el estigma, revela la complejidad de ser portadora de una enfermedad sin padecerla. A pesar de su condición, Mary se convirtió en un peligro para la sociedad neoyorquina de su época.
La historia de esta cocinera irlandesa-americana es un recordatorio de cómo la ignorancia y el miedo pueden transformar a una persona en un paria. A lo largo de su vida, Mary fue objeto de discriminación y rechazo, lo que la llevó a vivir en una cuarentena forzada durante más de dos décadas. Su legado, aunque trágico, es fundamental para entender la importancia de la salud pública y la responsabilidad social.
Mallon nunca mostró síntomas de fiebre tifoidea, pero su capacidad para contagiar la enfermedad la convirtió en un caso de estudio para los médicos de su tiempo. A medida que se desentrañaba su historia, se revelaban las implicaciones éticas y morales de su situación, así como la lucha entre la salud pública y los derechos individuales.
La historia de Mary Mallon comenzó a tomar forma a principios del siglo XX, cuando un brote de fiebre tifoidea afectó a varias familias de la alta sociedad en Nueva York. Los médicos, desconcertados por la rápida propagación de la enfermedad, comenzaron a investigar la fuente del contagio. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que Mary, quien trabajaba como cocinera en varias de estas casas, era la portadora del bacilo de la fiebre tifoidea.
Fue una portadora asintomática de fiebre tifoidea que, sin saberlo, infectó a numerosas personas mientras trabajaba como cocinera.
A pesar de que Mary nunca se enfermó, su capacidad para transmitir la enfermedad la convirtió en un objetivo para las autoridades sanitarias. En 1907, el Dr. George Soper, un ingeniero sanitario, identificó a Mary como la fuente del brote y la convenció de que se sometiera a un examen médico. Los resultados confirmaron que era portadora del bacilo, lo que llevó a su aislamiento en una isla de Nueva York.
La vida de Mary cambió drásticamente tras su descubrimiento. Aislada en la isla de North Brother, pasó años en condiciones difíciles, lejos de su hogar y de su vida anterior. A pesar de su sufrimiento, Mary se negó a aceptar su condición y luchó por su libertad. En 1910, fue liberada bajo la condición de que no trabajara como cocinera, pero la necesidad económica la llevó a ignorar esta advertencia.
Mary fue una cocinera irlandesa en EE.UU. y la primera portadora asintomática identificada de fiebre tifoidea. Foto: The Conversation
Mary continuó cocinando y, como resultado, se produjeron nuevos brotes de fiebre tifoidea. Su historia se convirtió en un símbolo de la lucha entre la salud pública y los derechos individuales, y su nombre quedó asociado a la controversia sobre el manejo de portadores asintomáticos de enfermedades contagiosas.
A pesar de su trágica vida, Mary Mallon dejó un legado importante en la historia de la medicina. Su caso ayudó a sentar las bases para la comprensión de los portadores asintomáticos y la importancia de la salud pública. La historia de “Mary Tifoidea” es un recordatorio de que, en la lucha contra las enfermedades, es fundamental considerar tanto la salud de la comunidad como los derechos de los individuos.
Hoy en día, la historia de Mary sigue siendo relevante, ya que nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad social y la ética en el manejo de enfermedades contagiosas. Su vida, marcada por el sufrimiento y el estigma, es un testimonio de la complejidad de la condición humana y de la necesidad de empatía en tiempos de crisis sanitaria.