Un "depredador en línea" de 26 años fue condenado el viernes a cadena perpetua por un tribunal de Belfast, en Irlanda del Norte, tras el suicidio de una de sus 70 víctimas, una niña de 12 años residente en Estados Unidos.
Alexander McCartney, que reconoció las 185 acusaciones en su contra, es "la primera persona en Reino Unido en ser condenada por homicidio cuando su víctima residía en un país extranjero", indicó un responsable de la policía norirlandesa, Eamonn Corrigan, quien denunció a un "repugnante depredador de menores".
"Las víctimas fueron localizadas en el Reino Unido, Irlanda y otros países europeos, así como en Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda", declaró el juez John Ailbe O'Hara, añadiendo que el acusado, que había sido detenido tres veces antes de ser encarcelado, carecía de circunstancias atenuantes.
Alexander McCartney, un exestudiante de informática, se hacía pasar por adolescente para contactar con chicas de todo el mundo en plataformas como Snapchat, antes de chantajearlas.
Operaba durante noches enteras desde el dormitorio de su casa familiar en Newry, Irlanda del Norte.
Cimarron Thomas, de 12 años, que vivía en Virginia Occidental (Estados Unidos), se suicidó en mayo de 2018 para no tener que cumplir con exigencias de Alexander McCartney para que involucrara a su hermana menor en actos sexuales.
Dieciocho meses después, su desesperado padre Ben Thomas también se quitó la vida.
El juez denunció el "sadismo" del acusado. "No tuvo remordimientos, ignoró múltiples oportunidades para parar", subrayó.
"McCartney no es más que un repugnante depredador de menores que se hacía pasar por una muchacha en internet y que preparaba, manipulaba y abusaba sexualmente de sus víctimas (...) para satisfacer sus perversiones sexuales y las de otros delincuentes sexuales en línea", dijo Corrigan.
"Causó daños graves y duraderos a lo que estimamos que son 3.500 víctimas y a sus familias", subrayó, añadiendo que la policía había intentado identificar al mayor número posible de víctimas, pero que con el paso del tiempo, algunas nunca serán encontradas.
Alexander McCartney, que escuchó el veredicto con la cabeza gacha y sin reaccionar, es "la primera persona en el Reino Unido condenada por homicidio cuando su víctima residía en una jurisdicción extranjera", según Corrigan, que agradeció a las autoridades extranjeras que habían colaborado en la compleja investigación, entre ellas el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
El condenado se había declarado culpable de homicidio involuntario en el caso de Cimmarron Thomas y de decenas de otros delitos.
Fue condenado a cadena perpetua con una pena no negociable de 20 años.
Admitió haber chantajeado, fabricado y distribuido "imágenes indecentes" e incitado a niños a participar en actos sexuales.