A solo una hora y media del microcentro de Buenos Aires, en La Matanza, se encuentra Campanópolis, la única ciudad medieval construida en América Latina. Este parque histórico y cultural fue el sueño de Antonio Campana, un empresario que, sin ser arquitecto, levantó una ciudad inspirada en la Edad Media utilizando materiales reciclados y antigüedades recuperadas de distintas partes de Argentina.
Con calles empedradas, torres, castillos y museos, Campanópolis ofrece una experiencia única en la región. Lo que comenzó como un basural en la década de 1970, se transformó en un espacio donde el arte, la historia y la sostenibilidad se unen para maravillar a los visitantes. Hoy, este parque es un símbolo de reciclaje creativo y una de las principales atracciones turísticas de González Catán.
Antonio Campana, hijo de inmigrantes italianos, creció en Avellaneda y, tras recibir un diagnóstico de cáncer, decidió hacer realidad su sueño de construir una ciudad medieval. En 1977, Campana adquirió un terreno en González Catán como inversión, pero durante la dictadura militar, el predio fue expropiado y utilizado como basurero. Años después, logró recuperarlo y decidió transformar aquel basural en lo que hoy se conoce como Campanópolis.
La ciudad fue creada con la visión de transformar un basural en una ciudad con arquitectura medieval. Foto: Campanópolis
La misión de Campana era crear un espacio que combinara arte, historia y reciclaje, usando materiales desechados o en desuso. Las construcciones de Campanópolis, con sus calles estrechas y sus torres apuntando al cielo, reflejan una fusión entre la nostalgia medieval y la sostenibilidad. El proyecto no solo implicó levantar una ciudad, sino también recuperar un espacio que alguna vez estuvo destinado al abandono, convirtiéndolo en un parque cultural que ofrece una experiencia única en Buenos Aires.
Uno de los aspectos más impresionantes de Campanópolis es la manera en que Antonio Campana utilizó materiales reciclados para crear las estructuras del parque. Desde tejas que ahora son pisos hasta rieles de ferrocarril que sostienen castillos, el reciclaje fue el alma de cada edificio. Campana rescató piezas históricas y materiales de ferias y demoliciones de Buenos Aires. Entre los tesoros reciclados se encuentran tablones del antiguo estadio de Argentinos Juniors, tranqueras del Hipódromo de Palermo, y hasta una escalera de la Basílica de Luján.
La ciudad fue construida con objetos rescatados de demoliciones, ferias y mercados, como rieles de tren, escaleras de iglesias y butacas de cines. Foto: Campanópolis
Cada rincón de Campanópolis es una muestra del ingenio de su creador, quien logró mezclar elementos de la arquitectura medieval con objetos que alguna vez tuvieron otros usos. Esta combinación de estilos y épocas da como resultado un espacio que parece sacado de un cuento de hadas, pero con una clara conciencia ecológica y un compromiso con la reutilización.
Antonio Campana no vivió para ver su obra finalizada y abierta al público. Falleció en 2008, pero su legado continúa a través de sus hijos, quienes se encargan de mantener vivo el espíritu de Campanópolis. El parque no solo es un homenaje a su creador, sino también un recordatorio del poder del reciclaje y la creatividad. Los visitantes pueden recorrer las casas del bosque, la Plaza Principal, la Torre Mirador y los museos que albergan antigüedades y piezas únicas.
Campanópolis no es solo una ciudad medieval; es un lugar donde la imaginación y la historia se entrelazan, un espacio que invita al asombro y a la reflexión sobre el valor de los objetos desechados. Como bien dijo Campana, "Hay que reservar el derecho al asombro ante la locura de los transgresores útiles", una frase que sigue resonando en cada rincón de esta ciudad medieval en el corazón bonaerense.