Hasta hace una semana era casi seguro de que Donald Trump sería el nuevo presidente de Estados Unidos. Sin embargo, la esfera política en la primera potencia del mundo dio un giro tras la renuncia del presidente Joe Biden a la reelección presidencial.
Con el apoyo de Biden, se espera que Harris se convierta en la candidata demócrata de forma oficial en el mes de agosto, en la ciudad de Chicago.
Hasta ahora, la campaña de Harris ha recibido más de 81 millones de dólares en donaciones en las primeras 24 horas después del anuncio de Biden.
Sin duda, la candidatura de Kamala Harris ha tomado gran fuerza en Estados Unidos. En ese sentido, ante una probable victoria, donantes y políticos, las compañías estadounidenses y de todo el mundo también están evaluando lo que este escenario podría significar para la economía, considerando la incertidumbre que conlleva.
Para la máxima potencia del mundo, la decisión de Biden asegura un presidente diferente para 2025. No obstante, las diferencias entre Biden y Harris son más difíciles de determinar.
"Harris tiende a ser más progresista que Biden, aunque no estoy convencido de que haya una gran diferencia en la economía", declara Dan Mallinson, profesor asociado de Política Pública y Administración en la Universidad Estatal de Pensilvania, en Harrisburg, para el medio DW de Alemania.
"Ambos están a favor del trabajo, de la ampliación del permiso parental, de las políticas de redes de seguridad social como Medicaid, Medicare y la Seguridad Social", manifiesta.
Para muchos líderes empresariales, lo crucial no es tanto lo que Kamala Harris y los demócratas representan, ya que es poco probable que difiera significativamente de lo que hemos visto en los últimos años, sino cuáles serían las políticas de Trump que se detendrían si Harris ganara.
Según el periodista Timothy Rooks de DW, uno de los principales objetivos de Trump es revitalizar su programa "America First" ("Estados Unidos primero"). Además de su dura retórica sobre las fronteras y la inmigración, Trump ha propuesto un aumento arancelario del 10 por ciento sobre todas las importaciones estadounidenses y ha sugerido que podría imponer un arancel del 60 por ciento a todas las importaciones provenientes de China.
Aunque Biden ha mantenido muchos de los aranceles que Trump impuso anteriormente, estos se centran en sectores específicos. En cambio, un arancel general sobre todas las importaciones reduciría la competencia y aumentaría los precios para los estadounidenses más vulnerables. Precios más altos provocarían más inflación, lo que mantendría elevados los tipos de interés.
Según Rooks, esta perspectiva y el temor a una guerra comercial global han alterado los modelos de negocios, llevando a muchas empresas a reconsiderar sus estrategias si Trump gana e impone sus políticas. Es probable que estas empresas, especialmente las de China, se sientan aliviadas por ahora, y la esperada nominación de Harris probablemente revitalice a los demócratas.
Sin embargo, faltan meses para cualquier cambio político significativo, y actualmente eso es solo teoría. El lunes, los mercados bursátiles europeos cerraron al alza, al igual que las acciones en Wall Street, impulsadas por las ganancias de las grandes empresas tecnológicas.
Kamala Harris ha hablado poco hasta ahora sobre cómo gestionaría la economía, pero como fiscal general fue estricta con las compañías petroleras y los bancos. Durante su tiempo como vicepresidenta, apoyó los grandes planes económicos de Biden, como el impulso a la energía verde, la Ley del Plan de Rescate de 2021 y la Ley de Reducción de la Inflación. También ha mostrado oposición a la imposición de aranceles generalizados, aunque mantendría una vigilancia sobre China, en línea con la política actual del Gobierno.
"Uno de los desafíos que enfrentará Harris será establecer su propio enfoque mientras defiende las acciones de la Administración Biden, incluida la gestión económica", señala Mallinson.
Para Mallinson, si Harris logra convencer a suficientes votantes de que puede reducir la inflación y crear empleo, tendría la posibilidad de convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos.