El corresponsal de la BBC Guillermo D. Olmo, en una entrevista con dicho medio, contó que desde su llegada a Lima notó un comportamiento desafiante por parte de los conductores locales. El reporte indicó que la agresividad al volante es la norma y muchos creen que la única forma de navegar por el tráfico limeño es imponerse a los demás en la carretera.
El tráfico limeño se asemeja a una competencia feroz, pero con consecuencias mucho más letales. El año pasado, se registraron 124 muertes y 1.322 heridos en accidentes de tránsito en Lima, una estadística que ubica a Perú como el país con los peores choferes de América Latina, según un estudio de la consultora británica Compare the Market.
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El Aeropuerto Internacional Jorge Chávez es un claro ejemplo de este problema: “La glorieta de acceso casi siempre atascada y encontrar la manera de entrar en ella es la primera prueba de fuego para los nervios del conductor forastero”, comentó.
Además, el reportero señaló que la competencia entre los choferes de transporte público es feroz debido a la liberalización radical impulsada por el expresidente Alberto Fujimori en la década de 1990. Esto lleva a carreras peligrosas en las calles de la ciudad, en las que los conductores arriesgan la seguridad de los pasajeros.
El corresponsal decidió comprar un automóvil para evitar exponer a su familia a los riesgos del transporte público en Lima. A pesar de su experiencia al volante en diferentes partes del mundo, encontró que conducir en Lima era una prueba única y extremadamente estresante.
Lima: más de 11.000 millones de soles se pierden debido al tráfico vehicular. Foto: composición EP/Andina
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Según Guillermo D. Olmo, el tráfico limeño se caracteriza por bocinazos, atascos, discusiones y frenadas abruptas. Las luces direccionales de los vehículos son impredecibles y las unidades pueden detenerse en cualquier lugar sin previo aviso, lo que aumenta la complejidad y el peligro de las calles de Lima.
El reportero concluye que sobrevivir al tráfico de Lima es un verdadero éxito y una prueba de nervios para cualquier conductor, incluso para aquellos con experiencia en otras ciudades caóticas del mundo.