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Belle Gunness, la asesina serial que captaba a sus víctimas con anuncios en la prensa

Para cobrar el dinero del seguro, la mujer liquidó a dos de sus maridos y a sus hijos. Además se le atribuyeron más de 60 crímenes.

larepublica.pe
Decenas de pretendientes que fueron al hogar de Gunness nunca fueron vistos de nuevo y desaparecieron sin dejar rastro. Foto: Composición LR/TN/AFP

Anunciando en un periódico local del estado de Indiana, Estados Unidos, que era una viuda con gran fortuna y que buscaba compartir su vida con un hombre con riquezas, Belle Gunness captaba a sus víctimas detrás de aquel inofensivo aviso para convertirse luego en una de las asesinas en serie más sangrientas de dicho país, con un historial de más de 60 homicidios.

Guennes, oriunda de Noruega y la menor de ocho hermanos, nació en el año 1859 en una humilde familia de pescadores; sin embargo, con la intención de mejorar su situación económica decidió migrar a sus 20 años a los EE. UU., sin saber el futuro que le esperaba.

Al llegar a Chicago en 1881 y trabajar como empleada doméstica, se casó a los años con Mads Ditlev Anton Sorensen. Luego abrieron una confitería, pero el negocio no resultó bien y el local se incendió. Con el dinero del seguro compraron una casa en Texas, pero al poco tiempo también se incineró misteriosamente.

Seguidamente, la cuantía del seguro sirvió para comprar una nueva residencia, pero la tragedia llegó en 1897 cuando su hija mayor falleció de una colitis, enfermedad con síntomas parecidos a los del envenenamiento. Y en menos de un año otra de sus cuatro hijas murió de la misma manera, por lo que Gunness cobró un seguro de vida por ambos hechos.

Más adelante, un 30 de julio de 1900, Mads murió en el jardín de su casa. Los vecinos, muy sorprendidos, afirmaron que se trataba de alguien vigoroso. A pesar de ello, la autopsia reveló que había sido envenenado con estrictina, una sustancia para matar roedores y pájaros.

En su parte, Gunness no estaba de acuerdo, aunque llegó a recibir una compensación económica, con la cual se compró una granja en la localidad de La Porte, Texas. Al mudarse con sus dos hijos conoció a su segundo cónyuge, Peter Gunness, un viudo más joven que ella. Después de su boda, otra de sus hijas murió raramente, por lo que la recién casada llegó a cobrar su seguro de vida.

Belle Gunnes con sus hijos Lucy, Myrtle y Philip, en 1904. Foto: El País.

Asimismo, su segundo compromiso sufrió un accidente que terminó con su vida. Gunness explicó que le había caído sobre la cabeza una pesada picadora, pero el hermano del difunto no creyó su versión. Por otra parte, la hija y familia del finado no dejarían que la mujer cobre fácilmente la indemnización, empero Gunness la obtuvo meses después, cuando la heredera de Peter desapareció misteriosamente.

Gunness ya había enviudado dos veces, pero deseaba encontrar un nuevo marido y formar una familia, por lo que comenzó a publicar en el periódico un anuncio para conocer a hombres adinerados. Estos tenían que demostrar que poseían riquezas y, al visitarla, debían de llevar consigo una gran cantidad de dinero.

Cuando estos acudían a la granja y mostraban el dinero, Guinness les preparaba una exquisita cena envenenada. Seguidamente, la mujer, al ver que los invitados perdían el conocimiento, precedía a partirles el cráneo, les robaba y enterraba sus cuerpos en la finca.

Finalmente, un empleado llamado Ray Lamphere resultó ser el amante de la viuda y vecinos sospechaban que algo andaba mal, ya que veían a la mujer cargando pesados baúles y cavando grandes hoyos en su granja. El 28 de abril de 1908, un incendió calcinó toda la propiedad y en su interior se encontraron varios cadáveres, entre ellos el de sus hijos, pero no el de ella.

Con la llegada de las autoridades locales, Lamphere confesó haber ayudado a Guinnes a enterrar los cuerpos y agregó que la viuda estaba planeando su huida, por lo que pudo fingir su muerte. A pesar de ello, años después, una mujer fue detenida en 1931 en Indiana por envenenar a su marido. Y aquellos que la vieron afirmaron que se trataba de la propia Belle Gunness; sin embargo, la culpable nunca reveló su identidad y murió en prisión.