Resulta inimaginable que, al visitar a un amigo, al comprar en una tienda, al pasear por el parque, observemos a toda la gente desnuda. Esta, sin embargo, es una realidad y forma parte de la cotidianidad del pequeño pueblo en la provincia de Tarragona, España, llamado El Fonoll.
Inició con la compra de una ruina abandonada, pero ahora se ha convertido en un atractivo turístico para extranjeros y nacionales, quienes viajan hasta allá para conectarse con la naturaleza, realizar paseos en bicicleta y dejar la ropa lejos del cuerpo.
En el Fonoll está prohibido fumar, fotografiar a los pobladores sin autorización, ser intolerante, vulnerar las ideas políticas y religiosas de los demás ciudadanos.
El Fonoll existe gracias a Emili Vives, un hombre de 70 años, que sin saberlo compraría una finca de 200 hectáreas mientras hacía una visita rutinaria. Fue al municipio en 1998 para cerrar un negocio con un proveedor de productos electrónicos, según cuenta.
“(El proveedor) Tenía una foto de ella (la finca) puesta en la pared y le pregunté si era suya. Me dijo que sí, que incluso tenía un pueblo abandonado dentro y que, si la quería, me la vendía. Al día siguiente, la compré. Estaba muy emocionado, hasta que llegué allí y vi que estaba en ruinas”, afirmó el hombre.
La envejecida finca estaba cercada por casas abandonadas, en un municipio aislado.
Vives, antes de concretar el proyecto, se hospedó por años en otros lugares mientras realizaba los arreglos. Luego de ello, con ayuda de varios voluntarios, construyeron 44 viviendas, una tienda, un comedor abundante, una discoteca, un cine y un hotel para visitas ocasionales.
Emili Vives no ha revelado el precio por el que adquirió el lugar porque hizo un ‘pacto de silencio’ con el vendedor.
“Quiero respetar ese acuerdo, pero aproximadamente rondó el equivalente a lo que costaba en aquella época un piso en Barcelona”, dijo para el medio español Diario Sur.
La comunidad que habita el lugar y algunos huéspedes practican el nudismo, una variación del naturismo que hace referencia a una filosofía “en la que se incluye el respeto por la naturaleza o la práctica de una alimentación más saludable”, señala Segimon Rovira, presidente de la Federación Naturista-Nudista de Catalunya (FNNC).
“Este es un ambiente muy sano, donde la gente que viene son desde catedráticos universitarios hasta familias, amigos o solitarios que pasan aquí la temporada”, aseguró Emili a El Nacional de Cataluña.
En El Fonoll es necesario estar desnudo para permanecer en la comunidad. Este acuerdo solo se vulnera cuando el clima no lo permite. Sin embargo, los visitantes ocasionales no están obligados a realizar dicha práctica.
“Para que todos vivan plenamente su naturismo, le animamos a practicar la desnudez total tanto como sea posible. Rápidamente, comprobará por usted mismo que el ambiente es más sereno cuando todo el mundo está desvestido”, afirman desde el sitio web Arna.
Si deseas vivir una experiencia fuera de lo normal, puedes alquilar un apartamento hasta para seis personas. También hay habitaciones individuales. Por otro lado, pueden acampar o llevar casas rodantes.
“Hay habitaciones dobles por 25 euros, pero este pueblo no está pensado para hacer negocio. El dinero que se saca es para poder seguir manteniendo esto”, afirmó Emili.
El Fonoll ofrece caminatas por los senderos, torneos de ping-pong o bádminton, recorridos en bicicleta, baños en un estanque natural de agua, masajes, bicicletas equipadas, bibliotecas y spa de barro para rejuvenecer.
Para disfrutar de los servicios, es necesario contribuir con la comunidad con dos horas y media de trabajo al día. Por cada hora extra, se le pagará con un coel (monea creada en la comunidad) que equivale a un euro.