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‘Fueron las voces’: Herber Mullin, el hombre que quiso prevenir un terremoto matando a 13 personas

Herbert era un esquizofrénico diagnosticado que estaba convencido de que un terremoto arrasaría con su ciudad. Su solución y distintos métodos siguen siendo escalofriantes.

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Mullin señaló que muchas de sus víctimas “clamaban” sumarse a su lista de sacrificios. Foto: composición LR / dominio público / Wikimedia Commons

Herbert Mullin estaba convencido de que ocurría un desastre natural cerca de su casa, en el norte de California. Un gran terremoto que arrasaría con todo aquello que le era familiar y que, incluso, pondría en riesgo su propia vida. Sabía que debía hacer algo al respecto y, obedeciendo a las mismas voces que le habían advertido del catastrófico evento, se encontró con la única solución: el asesinato.

Herbert nació el 18 de abril de 1947, era un alumno destacado e incluso fue nombrado por su clase como la persona “con más probabilidades de tener éxito”.

Lamentablemente, el inicio de su declive mental ocurriría poco después, con la muerte de su mejor amigo en un accidente automovilístico. A los 19 años, comenzaría su adicción con el cannabis y el LSD. Drogas que no hicieron más que empeorar su enfermedad mental.

Con 21 años, su familia comenzó a expresar preocupación, por lo que Herbert decidió ingresar de manera voluntaria en un hospital, del cual se marchó a las seis semanas.

Tras ingresos voluntarios e involuntarios a diferentes centros de salud, nada parecía funcionar. El joven no se apegó a la medicina recetada ni a las terapias. A sus 23 años, tres médicos distintos le habían diagnosticado esquizofrenia. Pronto, su pronóstico pasó de ser ‘malo’ a ‘grave’.

En su cumpleaños se solía conmemorar el aniversario del terremoto de San Francisco de 1906, algo que comenzó a atormentarlo cada vez más. ¿Qué tal si el día de su nacimiento estaba relacionado con los desastres naturales?

Los daños tras el terremoto de San Francisco de 1906. Foto: Wikimedia Commons

“Los seres humanos, a lo largo de la historia del mundo, hemos protegido nuestros continentes de terremotos cataclísmicos mediante asesinatos. En otras palabras, un desastre natural menor evita un desastre natural mayor”, dijo Mullin poco después de su eventual captura.

La transformación de un asesino en serie

El 13 de octubre de 1972, Herbert Mullin comenzó con su ola de asesinatos con un hombre llamado Lawrence White, a quien golpeo hasta la muerte con un bate de béisbol tras encontrarlo al lado de la carretera solicitando un ‘aventón’. Luego revelaría que el sujeto se había “comunicado con él” telepáticamente y que le había pedido morir para evitar el desastre.

Su segunda víctima fue Mary Guilfoyle, una estudiante universitaria que se cruzó con Mullin de la misma manera que Lawrence, buscando quien la pudiese llevar. El 24 de octubre, fue apuñalada y desmembrada. Sus restos fueron esparcidos al lado de la carretera.

El 2 de noviembre, Mullin fue a una iglesia para confesar sus pecados ante el padre Henri Tomei, a quien luego golpeó y apuñaló hasta la muerte, dejándolo para que se desangre en el mismo confesionario.

Mullin intentó unirse a la marina en enero de 1973, en busca de una forma de llevar a cabo su misión de manera legal, pero se negó a firmar una copia de sus antecedentes penales y los marines le negaron el ingreso.

El prometedor futuro de Herbert Mullin se vio destruido por el declive de su salud mental. Foto: Murderpedia

Ese mismo mes, Herbert, convencido de que sus ataques estaban surtiendo efecto, fue un paso más allá y mató a cinco personas en un solo día. Primero tocó la puerta de Kathy Francis, quien le dio instrucciones sobre cómo llegar a la casa de su viejo amigo, la primera persona que le ofreció marihuana.

Antes de marcharse, Mullin jura que la mujer le pidió que tanto ella, como sus hijos (David, de 9 años, y Daemon de 4) fueran tomados como sacrificios. Los tres fallecieron.

Cuando llego a la casa de Jim Ralph Gianera, le disparó tres veces. La víctima intentó arrastrarse hasta el baño para decirle a su esposa que cierre la puerta, pero Mullin la tiró abajo y la mató en el acto.

Con ocho víctimas en su historial, fue a un campamento y mató a un grupo de adolescentes el 10 de febrero. Sus nombres eran Robert Spector, Brian Scott Card, David Oliker, y Mark Dreibelbeis.

Su última víctima fue un hombre retirado de 72 años llamado Fred Abbie Pérez, quien trabajaba en su jardín cuando Mullin detuvo su auto, saco un rifle y le disparo una vez en el pecho, sin siquiera bajar del vehículo y a plena luz del día. Un descuido que marcaría su final.

Un vecino del área anotó el número de placa del vehículo y llamó a la Policía. Cuando fue capturado, Mullin no se resistió al arresto.

Juicio y condena

Herbert Mullin fue capturado el 13 de febrero. En ese momento, los fiscales lo juzgaron por 10 de los 13 asesinatos que había cometido. Él se declaró culpable sin dudarlo.

Mullin intentó defenderse a sí mismo, pero el juez no lo considero lo suficientemente estable mentalmente como para permitírselo, por lo que le fue asignado un defensor público.

Durante el juicio, Mullin no dudo en hablar de las voces que le habían dicho que hacer y de aquellas que provenían de sus víctimas, quienes “clamaban” sumarse a su lista de sacrificios.

Cuando fue capturado, Mullin no se resistió al arresto. Foto: dominio publico

A pesar de todo esto, los fiscales presentaron evidencia suficiente para demostrar que los asesinatos contaban con un nivel de premeditación suficientemente elevado como para sugerir cordura y, por consecuencia, una condena acorde.

De esta manera, Herbert Mullin fue sentenciado a cadena perpetua y permanece, hasta el día de hoy, encerrado en la prisión estatal de Mule Creek en Ione, California (Estados Unidos).