El 14 de agosto de 2010 inició una congestión monumental de 100 kilómetros, en la autopista G110 que une el Tíbet y Pekín, una de las vías de acceso más importantes de China. El retorno de vacaciones de miles de familias, la reparación de vías y el gran número de camiones de transporte, ocasionaron un desastre nunca antes visto. Muchos de los autos, durante el atasco, se movían al ritmo de un 1 kilómetro por día.
Durante los 11 días que duró el hecho se hicieron normales las partidas de cartas entre los conductores, siestas improvisadas e incluso un mercado ambulante de víveres con precios desproporcionados, al que muchos se habían visto obligados a recurrir. “No sólo me molesta la congestión, sino también los vendedores”, declaró un camionero apellidado Huang, y explicó: “los fideos instantáneos se venden a cuatro veces su precio original”.
“En mis 20 años de experiencia, este es el peor atasco que he visto. Y eso que esta es una de las autopistas con más circulación del país y cada vez hay más vehículos”, se quejaba Zhang Haifan, un chófer que conducía un camión cargado de chatarra desde Hohhotc hasta Tangsha. “Llevo ya tres días en el atasco… ¡y lo que me queda!”, comentó. Lo que más lamentaba Haifan, sin embargo, era que el retraso iba a encarecer sus viajes en unos 1000 yuanes de media.
De acuerdo a las autoridades locales, el gran congestionamiento se debió a la reparación de una vía. No obstante, también se presume que fue por el elevado tránsito de camiones que iban hacia los grandes yacimientos de carbón en la región de Mongolia y que, a falta de ferrocarril, debe hacerse por la carretera.
«El verdadero motivo, sin embargo, no es otro que el insostenible desarrollismo de China, donde el año pasado se vendieron 13,5 millones de vehículos, tres millones más que en Estados Unidos, mientras las infraestructuras se quedan pequeñas. En los últimos meses, se han comercializado más de medio millón de camiones para seguir abasteciendo de mercancías a las fábricas. El tráfico ha aumentado un 40% en las saturadas carreteras de Mongolia Interior y Hebei, plagadas de camiones que transportan frutas y verduras a los mercados de Pekín y carbón a las centrales térmicas para seguir generando electricidad», comentó en su momento Pablo M. Díez, corresponsal de ABC.
Este tipo de problemas suelen ocurrir en grandes ciudades con muchos habitantes -China tiene al rededor 1,400 millones de habitantes-, cuando el volumen de tráfico supera la capacidad de la infraestructura, cuando la densidad de vehículos es muy elevada o en horas punta e inicios y finales de vacaciones.
Otro de los atascos, probablemente el más extenso en kilómetros, ocurrió en Francia en la ruta Lyon-París, en 1980, cuando miles de personas se quedaron atascadas en 176 km. Esto ocurrió en la semana de vacaciones de febrero, donde los colegios cierran y las familias suelen ir a esquiar a Los Alpes.
El atasco más entrañable fue el que ocurrió en 1990 tras la caída del Muro de Berlín. Miles de familias de un lado y del otro de Alemania intentaban cruzar para reencontrarse con sus seres queridos. El desorden y el vigor de los controles fronterizos -aún vigentes-, ocasionaría que alrededor de 18 millones de personas se toparan con tránsito congestionado.