El confinamiento impuesto hace meses en la ciudad de Shanghái, al este de China, ha conmocionado a la población por su duración y por las dificultades de acceso a la comida. Las fuertes medidas de restricción han provocado que muchos ciudadanos estén en busca de emigrar de China, reportaron medios internacionales.
Tras varios meses de confinamiento en la ciudad en mención, un empresario chino, de nombre Alan Li, perdió la esperanza de un retorno a la normalidad, decidiendo vender su empresa y comprar un pasaje solo de ida hacia Hungría.
“Tuvimos muchas pérdidas este año”, contó Li a AFP bajo una identidad falsa, ya que desea permanecer en el anonimato.
“En el extranjero todo es más estable”, afirma Li, criticando las estrictas restricciones impuestas en su país para contener la COVID-19, que afectan sus negocios, perturban la educación de su hijo y aíslan a su país. Él, al igual que otros de sus compatriotas, han tomado la difícil decisión de emigrar.
Para él, Hungría es el lugar ideal para volver a fundar su empresa y permitirle a su hijo de 13 años acceder a una buena escuela internacional.
El ejecutivo también contó que tuvo que usar sus propios ahorros para pagarles a sus trabajadores durante la temporada de confinamiento. “¿Cómo haríamos si esto se reproduce el próximo invierno?”, planteó.
Ahora, muchos pobladores quieren abandonar el país asiático, que fue considerado como una economía muy estable, pero que las restricciones anticovid la han convertido en un entorno imprevisible. Un ejemplo de ello es el aplazamiento de muchos exámenes escolares, específicamente la prueba que es indispensable para entrar en las universidades en Estados Unidos.
El consultor chino especializado en inmigración, Guo Shize, dijo a AFP que su agencia registró una explosión de demanda desde marzo, y que el número de clientes de Shanghái se multiplicó por tres.
En concreto, los chinos pueden salir para realizar estudios en una universidad o para desempeñar un trabajo, pero no para hacer turismo.