Hace más de una década en El Alto, antiguo suburbio de La Paz, empezaron a surgir unas peculiares edificaciones que se volvieron un símbolo de la prosperidad de una creciente burguesía indígena que se asentó cerca de la capital de Bolivia en los años setenta y ochenta.
Despreciados por la gente de la ciudad y provenientes de provincias donde la minería les hacía pasar hambre, los nuevos capitalinos se convirtieron en prósperos empresarios que pronto empezaron a dotar a sus casas de una majestuosidad única: colores chillones, vidrieras llamativas y lámparas costosas.
Cholet de la ciudad de El Alto. Foto: XLSemanal
Estas casas, cuyo singular nombre viene de una mezcla entre los términos ‘cholo’ y ‘chalet’, representan a una emergente clase social aimara que tuvo su época de mayor auge en los Gobiernos de Evo Morales, durante 2006 y 2019.
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Precisamente, en ese tiempo, el arquitecto Freddy Mamani recibió su primer encargo. El ingenioso obrero propuso a su cliente construir una estructura elegante, con formas andinas y representativas de la cultura aimara. Desde entonces, ha sido el arquitecto predilecto de El Alto, donde ya ha edificado más de 60 edificios.
“Las críticas más han venido por el mismo Colegio de Arquitectos. Como aimaras, estudiábamos con ellos, pero teníamos que hacer lo que nos adoctrinaban. No había uno que dijera ‘Yo tengo estás raíces y tengo que mostrar lo que soy y lo que quiero’. Yo digo: ‘¿Por qué no podemos hacer una nueva arquitectura con identidad propia?’. Quiero que esto sea parte de la historia”, argumentó Mamani sobre su trabajo, en una entrevista para Univisión.
Cholet del Titanic en un edificio en El Alto. Foto: Carlos Sánchez / Página Siete
Rojo, verde, celeste, rosa y más, ningún color escapa de la imaginación del arquitecto. Vidrios y espejos en las paredes que retratan de manera majestuosa el cielo de la ciudad, ubicada a 4.150 m s. n. m. Además, dentro mantiene un extravagante panorama que no cambia mucho.
Columnas y baluartes con diseños originales sostienen cada uno de los pisos que conforma el cholet. A todo el esplendor se suman las enormes lámparas que alumbran las casas, muchas de ellas importadas de China.
Interior de un 'cholet', con columnas y decoraciones con estilo aimara. Foto: XLSemanal
Los cholets destacan entre las viviendas de ladrillo que se alojan en la segunda ciudad más poblada de la capital boliviana. Sus estrambóticos diseños han originado una especie de sana competencia entre los habitantes del distrito, hasta el punto de inspirarse en películas o en la cultura popular para la realización del edificio. Los hay de Transformers, Titanic o incluso Iron Man y la Estatua de la Libertad, todos estos son creación de otro arquitecto, Santos Churata.
No obstante, el verdadero cholet es aquel en cuya primera planta se localiza un negocio, mientras que los pisos siguientes funcionan como salones de fiesta que pueden llegar a bordear los 1.000 dólares de alquiler. Asimismo, en los pisos de arriba, casi rozando al cielo, se ubican las familias.
La palabra cholet es un término que surge de la mezcla entre 'cholo' y chalet. Foto: XL Semanal/Composición GLR/Jazmín Ceras
“Nunca imaginé que viviría en un palacio. Gracias por llamarlo así, me honra”, relató Calisai, uno de los propietarios de estas increíbles edificaciones, al diario El País.