La guerra entre Rusia y Ucrania deja escenas de horror, pero también hay historias de vida que inspiran. Este es el caso de una pareja argentina que, arriesgando su vida, decidió viajar a Kiev en medio de las explosiones para buscar a su bebé recién nacido en alguna clínica del país invadido.
Se trata de Gabriel y Mariel, dos argentinos de 50 años que viajaron a la capital ucraniana para buscar a su bebé biológico, Milan, que nació el 8 de marzo pasado en medio del conflicto bélico que ha dejado más de tres millones de refugiados, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
En diálogo con La Nación, el padre —que pidió no revelar su apellido por privacidad— contó: “En verdad, la fecha del parto estaba prevista para el 27 de marzo, pero las cosas se adelantaron. Y cuando empezó la guerra, el 24 de febrero, se nos vino el mundo encima”.
También denominada alquiler de vientres, la maternidad subrogada es una práctica no permitida en muchas naciones, pero legal para parejas casadas y heterosexuales en Ucrania, exrepública soviética que en los últimos años se convirtió en destino de miles de parejas que no pueden tener hijos y que así quieren hacer realidad ese anhelo de ser padres después mucho esfuerzo, según recogió el periódico argentino.
Existen varias clínicas especializadas en Kiev, así como en otras ciudades importantes de Ucrania que cuentan con aeropuerto. En estos centro médicos, que son privados y cobran por el servicio —que de todos modos puede pagarse en cuotas y es mucho más económico que en Estados Unidos—, los futuros padres biológicos pueden hacer varios tratamientos de fertilización asistida y luego encontrar a las gestantes para cumplir su sueño.
Así como durante la pandemia del coronavirus todo este proceso, que suele estar muy bien planificado, colapsó porque cientos de bebés quedaron esperando a sus padres, que no podían llegar porque el mundo estaba confinado, ahora la guerra causó un caos parecido. Y buscar a los pequeños en medio de los bombardeos es una labor de alto riesgo.
Para Gabriel, taxista natural de la ciudad de Rufino, provincia de Santa Fe, y Mariel, contadora que trabaja en la parte de sistemas en una petrolera, ir a buscar a Milan fue una odisea. “Ya tengo un libro”, declaró a La Nación Gabriel en enlace telefónico desde el pueblo rumano de Suceava. Él, junto con su pareja y su bebé, llegó a un lugar seguro después de haber cruzado la frontera de Ucrania con Rumania en Siret.
En la parte de la frontera ucraniana los esperaban, con pasaportes argentinos provisorios para el recién nacido, la embajadora argentina en Kiev, Elena Mikusinski, y el cónsul argentino en Ucrania, Yusef Saber.
“Nos sacamos el sombrero. Les estamos totalmente agradecidos, a ellos, así como a Cancillería, que nos estuvo apoyando en todo momento; a los Cascos Blancos, porque fueron los primeros en varios días que nos hablaron en español; a Alina, la intérprete de la clínica; a Vitaly, nuestro chofer ucraniano; a Rumania, donde encontramos mucha solidaridad; y a las miles de parejas que conocimos en este deseo de ser padres”, expresó Gabriel, que ya tuvo a Emma, de tres años recién cumplidos, a través del mismo proceso de maternidad por subrogación en Kiev.
Militares ucranianos transportan el cuerpo de camaradas en camillas en la ciudad de Irpin, al noroeste de Kiev, el 13 de marzo de 2022. Foto: AFP
“Si no hubiera estallado la guerra, el plan era viajar también con ella a buscar a su hermanito, pero al final, por supuesto, se quedó con mis cuñados, que son nuestros ángeles allá en la Argentina, y con Claudia, la señora que la cuida”, detalló.
“Es inexplicable con palabras. Milan es un bebé que nació en la guerra y que transmite mucha paz. Duerme tranquilo, ya tomó su mamadera y no lo podemos creer. ¿Cómo puede ser que un bebé pueda tener tanta paz habiendo nacido en un subsuelo?”, se preguntan los emocionados padres, todavía incrédulos por lo que les tocó experimentar para cumplir su deseo de tener otro hijo.
Al ser consultados por la elección del nombre Milan, ellos explicaron: “Porque nos gustaba y porque en eslavo significa ‘querido’. Además, fue en la ciudad de Milán donde hicimos base cuando comenzamos el proceso, que arrancó en 2017, para tenerla a Emma, que nació en marzo de 2019″.
“Entonces tuvimos poco apoyo. En la Argentina se hace lo del alquiler de vientres, pero no está establecido por ley y nos gustaría que fuera un proceso legal”, agregaron.
“Hacerlo es muy exigente y creo que es importante aclarar que nadie viene a comprar un bebé… Yo perdí cinco bebés, estuve embarazada, sé lo que es un embarazo, pero hay gente que toma esto en forma peyorativa. Pero las gestantes son mujeres altruistas que ayudan a otras mujeres. Hay compensación, pero no se vuelven ricas: hay un altruismo de mujeres con otras mujeres por el que nos sentimos muy agradecidos”, esclareció Mariel.
Gabriel finalizó: “Fue un final feliz. Nuestra historia fue positiva, pero nos preocupan las siguientes parejas. Todos vinimos por un deseo y lo que queremos es que a todos les salga bien… Y no ver más destrucción, ahora queremos construir”.