El 24 de febrero, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció una operación militar en Ucrania para defender a los separatistas que están en ese país.
“He tomado la decisión de una operación militar”, dijo Putin en un inesperado mensaje por televisión. Además, denunció un supuesto “genocidio” orquestado por Ucrania en el este del país.
El jefe de Estado ruso, que justificó su acción por el pedido de ayuda de los separatistas prorrusos y por la política agresiva de la OTAN hacia Moscú, también llamó a los militares ucranianos a “deponer las armas”.
Putin aseguró que no quiere la “ocupación” de Ucrania, pero sí su “desmilitarización”.
El mandatario también advirtió que quienes “intenten interferir con nosotros (...), deben saber que la respuesta de Rusia será inmediata y conducirá a consecuencias que no han conocido jamás”.
Putin no precisó la magnitud de la operación militar, ni si se iba a limitar al este rebelde de Ucrania o más allá. No obstante, para entender cómo el conflicto entre ambas naciones se ha intensificado en los últimos días, hay que recordar el inicio que se remonta a 2013.
Víctor Yanukovich, quien era presidente ucraniano para la época y prorruso, suspende la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Un día después, grupos de estudiantes universitarios se manifiestan en Kiev en contra del Gobierno. Al pasar los días, las protestas se volvieron multitudinarias y la plaza de la Independencia (Maidan) de Kiev se convirtió en un símbolo del movimiento del descontento.
Desde ese momento, la sociedad ucraniana se divide en dos: “prorrusos” y “proeuropeos”.
Ex presidente de Ucrania
Se registraron numerosas protestas y muchas de ellas estuvieron marcadas por la violencia. El presidente Víctor Yanukovich abandona el país y el Congreso decide destituirlo.
Vladimir Putin firma el tratado de anexión de Crimea a Rusia, pero, en respuesta, los líderes del G8 (los países más poderosos del mundo) expulsan del grupo a Rusia. El G8 se convierte en el G7.
Posteriormente, en abril de 2014, los acontecimientos de Crimea se reproducen en el este de Ucrania, en la región del Donbás. Se produce una guerra entre el Ejército ucraniano y los separatistas prorrusos, ayudados por Moscú.
El conflicto irresuelto ha causado más de 14.000 muertos en ambos bandos, según la ONU.
Los Gobiernos de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania (bautizado como ‘Cuarteto de Normandía’), intentan poner fin a la guerra del Donbás con los acuerdos de Minsk, y bajo el mandato de la Misión Especial de Observación de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
En esa oportunidad, se acuerda un alto el fuego, que será vulnerado poco después.
Rusia le responde un mensaje al entonces presidente de EE. UU, Donald Trump. Dice que el país no devolverá Crimea a Ucrania.
Durante su mandato, Donald Trump siempre aseguró tener buena sintonía con Vladimir Putin. Foto: AFP
En marzo de ese año, el presidente estadounidense, Joe Biden, cree que el mandatario ruso es “un asesino”. Sus declaraciones anticipan una escalada de tensión entre ambos países.
Rusia dispuso a sacar a su embajador en EE. UU., Anatoly Antonov. Además, anunció la concentración de más de 100.00 militares rusos en la región.
Washington destaca que se trata de la mayor acumulación de efectivos rusos en la frontera con Ucrania desde el conflicto de 2014.
Moscú dice que realiza los ejercicios en respuesta a las supuestas actividades militares amenazantes que la OTAN hace cerca de sus fronteras,
La Casa Blanca le impuso sanciones a Rusia por interferencia en las elecciones de EE. UU.
También informó sobre la deportación de 10 empleados de la embajada rusa en la capital estadounidense.
Rusia lanza disparos contra un barco británico en el mar Negro, cerca de la península de Crimea, y días antes de unos ejercicios navales de la OTAN en el mismo lugar.
Putin insiste en que el apoyo militar occidental que recibe Ucrania le provoca problemas de seguridad significativas para Rusia.
A punto de finalizar el año 2021, el The Washington Post publica que Rusia prepara una ofensiva contra Ucrania con hasta 175.000 soldados a principios de 2022.
Por su parte, la Unión Europea (UE) advierte de que cualquier agresión contra Ucrania tendrá un alto coste para Rusia.
Luego, Putin confiesa que tiene temor de que Ucrania se convierta en un país miembro de la OTAN.
El 19 de enero, el secretario de Estados de EE. UU., Antony Blinken, evoca la posibilidad de que su país matice las consecuencias de una “incursión menor” de Rusia.
Sin embargo, la Casa Blanca sale a corregirle y el secretario de Estado asegura entonces que cualquier agresión recibirá “una respuesta severa y unida” de EE. UU. y sus aliados.
Días después, Washington anunció la repatriación de las familias de sus diplomáticos en Ucrania ante el riesgo de que Rusia invada ese país. Otros países tomaron el ejemplo.
Antony Blinken
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El 21 de febrero, Vladimir Putin reconoce los territorios separatistas de Donetsk y Lugansky. Además, da instrucciones para desplegar al Ejército ruso en estos territorios rebeldes de Ucrania.
Tras intensos días intensos, la madrugada del 24 de febrero, Putin anuncia una “operación militar” en Ucrania y poco después comienzan los bombardeos en gran parte del país, incluida la capital.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelesnki, lamentó que su país haya quedado “solo” para defenderse ante la invasión rusa, que se cobró al menos 137 vidas.
Volodimir Zelenski se pronunció a través de un video. Foto: AFP
Nos han dejado solos para defender nuestro Estado”, dijo Zelenski en un video publicado en la cuenta presidencial.
“¿Quién está dispuesto a combatir con nosotros? No veo a nadie. ¿Quién está listo a dar a Ucrania la garantía de una adhesión a la OTAN? Todo el mundo tiene miedo”, lamentó.
El mandatario indicó que tanto él como su familia permanecen en Ucrania aunque Moscú lo haya identificado a él como el “objetivo número uno”. “Quieren destruir políticamente Ucrania destruyendo a su jefe de Estado”, deploró.
Con información de EFE y AFP.