Las autoridades chinas cerraron el jueves dos hospitales de la ciudad de Xi’an (norte), cuya población está confinada desde el 23 de diciembre, para “rectificar” errores en la aplicación de reglas anti-COVID-19 después del aborto de una mujer a quien se le impidió el acceso a un servicio de urgencia.
Xi’an, de 13 millones de habitantes, conocida en todo el mundo por su ejército de terracota, es una de las pocas ciudades de China afectadas actualmente por pequeños brotes de COVID-19.
A principios de enero, el Hospital de Gaoxin le negó la entrada durante dos horas a una mujer embarazada de ocho meses, y alegaron que el test negativo de COVID-19 había superado el límite de validez de 48 horas.
Una foto mostraba a la mujer sentada en un banquito rodeada de sangre.
El director del Departamento de Salud de Xi’an se disculpó públicamente. Previo a ello, el Gobierno de la ciudad anunció la destitución del director del hospital y de los “funcionarios pertinentes”.
En otro incidente, una habitante afirmó que su padre había muerto de un ataque al corazón, tras ser rechazado “debido a las normas relacionadas con la pandemia”.
Los dos centros implicados han sido amonestados y deben “suspender sus operaciones durante tres meses para rectificar”, anunció el jueves el departamento municipal de salud en un comunicado.
El Hospital de Gaoxin ha recibido la orden de suspender a su director general y despedir a varios empleados, se indicó.
El segundo nosocomio va a despedir al presidente, suspender al subjefe y destituir a la jefa de Enfermería del servicio de consultas externas.
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Los habitantes de Xi’an se han quejado de la falta de alimentos, que según ellos se debe a la caótica organización.
El brote disminuyó considerablemente en los últimos días, registrándose solo nueve casos el jueves.
Desde el 9 de diciembre, Xi’an reportó unos 2.000 casos de COVID-19.