En diciembre de 2017, Margarita Gracheva (26) fue víctima de violencia de género y tentativa de feminicidio en Rusia: su exesposo, Dmitry Grachev, la llevó a un bosque y mutiló sus manos.
“Me gritó: ‘¡Pon tus manos sobre el árbol!’. Yo lloraba, gritaba y le rogaba que no me hiciera daño”, ha contado la sobreviviente a la BBC Mundo. El agresor la llevó sangrando al hospital y les dio a los médicos una caja con la mano derecha de su esposa. Entonces, se entregó a la Policía.
Tres años después, el caso de Margarita ha marcado un precedente en esta nación al mando de Vladimir Putin. La Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH) le acaba de dar la razón y ha ordenado al Gobierno ruso repararla con US$ 400.000 por la laxitud de las leyes sobre violencia de género del país.
Grachev ha sido declarado culpable y condenado a 14 años de prisión. También se le prohibió el acceso a sus dos hijos. Sin embargo, antes de cometer la agresión, Margarita Gracheva acudió a las autoridades a denunciarlo por ‘‘violencia doméstica’', pero fue desoída.
“Cuando fui a la policía estaba segura que vendrían al día siguiente y harían algo. Pero no fue así. El policía me dijo: ‘Tú y él harán las paces. Esto no es importante’. Tres días después, me llevó al bosque y me cortó las manos”, señaló a la BBC.
En Rusia, donde están despenalizados los crímenes por maltrato doméstico, cada 40 minutos una mujer es asesinada a causa de la violencia de género.
En febrero de 2017, el Congreso eliminó algunas de las leyes del código penal que castigaban el abuso doméstico, una decisión que motivó varias protestas de activistas en las calles del país.
Desde entonces, y mientras se recupera, Margarita Gracheva se ha convertido en activista. Además, personas de todo el mundo le enviaron donaciones que alcanzaron los US$ 65.000 para que la mujer pudiera tener una mano biónica.