Los militares estadounidenses implicados en un ataque con drones en Kabul en el que murieron 10 civiles, entre ellos siete niños, a finales de agosto, no serán castigados, informó el Pentágono ayer lunes 13 de diciembre.
En Kabul, el padre de una niña de tres años muerta en el bombardeo expresó hoy martes 14 su rabia ante la decisión. Por su lado el gobierno talibán indicó que era “responsabilidad de los estadounidenses castigar a los culpables y compensar a las víctimas”.
“No hay pruebas suficientes para responsabilizarlos personalmente”, indicó el lunes el portavoz del Pentágono, John Kirby, para justificar la ausencia de sanciones.
Calzado parcialmente quemado se muestra en medio de los escombros de la casa de Ezmarai Ahmadi. Foto: AFP
El ataque con aviones no tripulados del 29 de agosto tuvo lugar en los días finales de la evacuación de Kabul liderada por Estados Unidos, después de que los talibanes tomaron el control de Afganistán. Tres días antes un atentado reivindicado por el Estado Islámico (EI) había dejado más de 100 muertos, incluyendo 13 soldados estadounidenses.
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Funcionarios estadounidenses dijeron que tenían información de inteligencia sobre un posible nuevo ataque del EI en las operaciones de evacuación en el aeropuerto de Kabul, y lanzaron un misil desde un dron contra lo que pensaban era un automóvil lleno de explosivos.
Pero en realidad se trataba de Ezmarai Ahmad, un empleado afgano de una ONG estadounidense, que se encontraba con nueve miembros de su familia, incluidos siete niños.
El martes en Kabul, el hermano de Ezmarai Ahmed, Aimal, que también perdió a su hija de tres años, Malika, en el bombardeo, no escondió su ira ante la decisión. “Dios vengará a los mártires”, dijo a AFP.
“Es responsabilidad de los estadounidenses de castigar a los responsables y compensar a las víctimas”, declaró de su lado a la AFP un portavoz del gobierno talibán, Bilal Karimi.
La decisión de no emitir sanciones la tomó el secretario de Defensa, Lloyd Austin, tras un informe de dos altos cargos, el jefe del Comando Central, general Kenneth McKenzie Jr., y el jefe del Comando de Operaciones Especiales, general Richard Clarke.
A principios de noviembre, un informe inicial del inspector general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, teniente general Sami Said, catalogó el ataque como trágico, pero llamándolo “un error honesto (involuntario)”.
“Lo que vimos aquí fue un colapso en el proceso, en la ejecución y eventos procesales, no el resultado de negligencia, no el resultado de una mala conducta, no el resultado de un liderazgo deficiente”, reseñó Kirby.
Si Austin “creyera (...) que la rendición de cuentas estaba justificada, ciertamente apoyaría ese tipo de esfuerzos”, agregó.