La contaminación por partículas finas en el aire provocó en 2019 unas 307.000 muertes prematuras en la Unión Europea (UE), cifra que es preocupante, pero que ha disminuido más del 10% en un año, de acuerdo a un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) publicado este domingo 14 de noviembre.
El estudio afirma que más de la mitad de estos decesos podrían evitarse si los 27 países miembros del bloque cumplieran con los nuevos objetivos de calidad del aire establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) recientemente.
En 2018, el número de muertes vinculadas a las partículas finas PM 2,5 (partículas suspendidas en el aire, con un diámetro inferior a 2,5 micrones, o sea 2,5 milésimas de milímetro) fue estimado en 346.000.
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La caída neta registrada en 2019 se explica en parte por las condiciones meteorológicas favorables, pero sobre todo por la mejora gradual de la calidad del aire en Europa, según la AEMA.
A comienzos de la década de 1990, estas partículas finas, que penetran profundamente en los pulmones, provocaron alrededor de un millón de decesos prematuros en los 27 países de la UE, según datos incluidos en este informe. Cifra ya había caído hasta unos 450.000 en 2005.
Entre los países más poblados de la UE, en 2019 la contaminación por partículas finas fue responsable de 53.800 muertes precoces en Alemania, 49.900 en Italia, 29.800 en Francia y 23.300 en España. Y, con 39.300 muertos, Polonia es el país más afectado en proporción a su población.
La AEMA también censa las muertes relacionadas con los otros dos principales contaminantes del aire que son peligrosos para la salud, pero no suma los resultados porque esto llevaría a una doble contabilización.
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Respecto a las partículas de ozono (O3), en 2019 la tendencia también fue al descenso, con 16.800 muertes prematuras, o sea, una disminución del 13% en un año. En cuanto al dióxido de nitrógeno (NO2), gas emitido sobre todo por vehículos y centrales térmicas, se redujeron en una cuarta parte entre 2018 y 2019, hasta 40.400.
La contaminación del aire continúa siendo la principal amenaza medioambiental para la salud de los europeos. Las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de deceso prematuro por contaminación del aire, seguidas de enfermedades pulmonares y el cáncer de pulmón, señala el estudio.
En cuanto a los niños, la contaminación del aire puede provocar complicaciones en su desarrollo pulmonar, causar infecciones respiratorias y empeorar los casos de asma.
Aunque la situación está mejorando paulatinamente, la AEMA advirtió en septiembre pasado que la mayoría de los países europeos aún se encuentran por encima de los límites, ya sea respecto a las recomendaciones en el continente o aquellas de la OMS, que son más estrictas.
Según la OMS, la contaminación del aire provoca unas siete millones de muertes prematuras al año en el mundo, una marca con niveles cercanos al tabaquismo o a una dieta poco saludable.
Este alto número de víctimas la llevó a fines de septiembre, por primera vez desde 2005, a establecer límites más restrictivos para los principales contaminantes atmosféricos.
“Invertir en sistemas de calefacción, transportes, agricultura e industria más limpios mejora la salud, así como la productividad y la calidad de vida de los europeos, sobre todo de los más vulnerables”, afirmó el director de la AEMA, Hans Bruyninck.
La UE se ha fijado como objetivo reducir el número de muertes prematuras provocadas por las partículas finas en por lo menos el 55% para 2030, respecto a los niveles de 2005.
Si la contaminación del aire desciende al ritmo que registra actualmente, la agencia prevé que este objetivo se alcanzaría en 2032.
No obstante, la tendencia al envejecimiento, así como una mayor urbanización podrían afectar de forma negativa a ciertos logros para la salud vinculados a la disminución de la contaminación del aire.
“Una población envejecida es más susceptible a los efectos de la contaminación del aire. Y una tasa de mayor urbanización, por lo general, significa que más personas están expuestas a las concentraciones de partículas finas, que tienden a ser más elevadas en las ciudades”, destaca en su informe la AEMA, que insta a redoblar los esfuerzos.