Estados Unidos confirmó este viernes que el 8 de noviembre será el día que abrirá sus fronteras, tanto la terrestre como la aérea, a todos los viajeros vacunados con pauta completa contra el coronavirus, por lo que pone fin a una larga espera desde regiones como Europa, que aguardaba la reciprocidad de Washington desde el verano.
El pasado septiembre, la Casa Blanca ya comunicó su intención de abrir a primeros de noviembre sus fronteras aéreas, mientras que hace sólo tres días anunciaba la apertura de las terrestres con Canadá y México, aunque seguía sin dar una fecha concreta que hoy ha resuelto.
“La nueva política de viaje de Estados Unidos que exige vacunación para los viajeros extranjeros a EE. UU. comenzará el 8 de noviembre. Este anuncio y la fecha se aplican tanto a los viajes internacionales aéreos como a los terrestres”, señaló un portavoz de la Casa Blanca, Kevin Muñoz, en un mensaje en su cuenta oficial de Twitter.
Con esta decisión, el Gobierno de Joe Biden abre el país que permanecía cerrado al turismo y a viajeros no esenciales desde marzo de 2020, durante la Administración de Donald Trump, cuando comenzó la pandemia.
El anuncio de este viernes implica que, desde el 8 de noviembre, los extranjeros que quieran entrar a Estados Unidos para visitas consideradas no esenciales, como el turismo o la mayoría de los encuentros familiares, podrán hacerlo desde la frontera terrestre, siempre que cuenten con la pauta de vacunación completa.
También podrán hacerlo los viajeros internacionales que estén vacunados y que vuelen desde los países sometidos hasta ahora a restricciones de viaje por la pandemia, una lista que incluye a los 26 Estados europeos del espacio Schengen, además del Reino Unido, Irlanda, Brasil, China, Irán, Sudáfrica e India.
Estados Unidos aceptará todas las vacunas que hayan sido autorizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), incluida la de AstraZeneca.
Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades estadounidenses (CDC) aún no han precisado si aceptarán otras vacunas que no están autorizadas por la OMS y que se están administrando en México, como la rusa Sputnik V y la china CanSino.
Los viajeros internacionales completamente vacunados no deberán cumplir cuarentena una vez lleguen a territorio estadounidense, pero sí dar datos de contacto para facilitar el rastreo en caso de contagio.
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Por su parte, los estadounidenses no vacunados deberán presentar un test negativo un día antes de su salida y volver a someterse a la prueba una vez en Estados Unidos.
La UE llevaba pidiendo reciprocidad a Estados Unidos desde junio, cuando anunció la apertura de sus fronteras a los estadounidenses, pero Washington no terminaba de concederla.
En todos estos meses, la Casa Blanca adujo siempre razones científicas y sanitarias para mantener las fronteras cerradas a los viajeros no esenciales, del mismo modo que recurre a la salud para justificar el mantenimiento de las fuertes restricciones a la inmigración aprobadas en la era Trump.
Lo cierto es que muchos de los países cuyos viajeros podrán entrar sin restricciones a partir del 8 de noviembre cuentan con índices de vacunación contra la COVID-19 superiores a los de Estados Unidos.
Así, el 63,1% de los ciudadanos de la Unión Europea están completamente vacunados, el 74,1% de los mayores de 18 años.
Estos porcentajes se elevan al 72,8% de la población en el caso de España (83% de los adultos) y el 80,1% de los portugueses (90,6% de adultos), según el registro oficial de vacunas de la UE.
En Estados Unidos, por el contrario, el porcentaje de población elegible completamente vacunada es del 56.8%, el 68,3% de los adultos. Quedan aún unos 66 millones de ciudadanos sin vacunar, una cifra que, como reconoció Biden esta semana, sigue siendo “inaceptable”.