Caminar vestido con sacos Gucci y zapatos de cocodrilos en las pobres y hambrientas calles del Congo, en África, no es una locura. Desde hace poco más 70 años, un grupo de personas ha preferido endeudarse en lucir las novedades de la moda europea, a comprar un bidón de agua o una parcela de tierra donde poder vivir.
Ellos son conocidos como Los Dandis del Congo. Se trata de jóvenes, adultos y ancianos que invierten su poco dinero en su imagen y apariencia por sobre otros básicos aspectos de la vida. Pueden endeudarse con millones de francos congoleños, solo para caminar elegantemente vestidos sobre la basura que se acumula a diario en las estrechas calles de Brazzaville, capital de la República del Congo.
La mayoría de ellos pertenece a la clase trabajadora. Se distinguen por su extravagante forma de vestir y por emplear siempre un lenguaje educado, refinado, cortés. Son personas carismáticas, de fuerte persona, les gusta ser aclamados, ovacionados y, como puede notarse a simple vista, poseen amplios conocimientos sobre moda.
Pueden ser jóvenes, adultos o ancianos, este reducido grupo de élite no discrimina edades. Foto: Clarín
Es común verlos vistiendo trajes Kenzo, Armani o Yves Saint Laurent. Usar artículos de lujo y zapatos cuyos precios bien podría pagar la comida semanal de gran parte de su comunidad. Y aunque pocos lo crean, hay una breve historia que explica sencillamente el por qué de esta forma de vivir.
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Durante la década de 1940, miles de ciudadanos congoleños participaron en numerosas batallas contra los nazis, combatiendo en favor de Francia. Aquellos que regresaron a su país, tras años de guerra y dolor, llevaron a casa lo último de la moda europea. Indumentarias parisinas y artículos lujosos de la época que empezaron a lucir en reuniones privadas, donde solo podían ingresar personas vestidas de gala.
Con el pasar de los años, los Dandis quisieron hacer aún más exclusivo el círculo que los rodeaba. Así nació Le Sape (Sociedad de Ambientadores y Hombres Elegantes). Para ese entonces, su estilo ya se había instituido como un movimiento de moda, finura, gracia y estilo. El mismo que se mantiene hasta ahora en uno de los países más pobres del mundo.