Tras la conmemoración de los 20 años del atentado terrorista perpetrado en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, es importante destacar los efectos mentales que muchos periodistas sufrieron a partir de los atroces sucesos.
El 11-S representa una de las fechas más recordadas no solo por Estados Unidos, sino por la mayor parte de la humanidad. El impacto de los atentados terroristas sigue vigente dos décadas después.
Más de 3.000 personas murieron ese día. El ataque terrorista se vio minuto a minuto en la televisión. Cuatro aviones secuestrados: dos fueron estrellados contra las Torres Gemelas por atacantes suicidas; uno contra el Pentágono; y el último contra en una zona boscosa de Pensilvania. En ese momento, se vivieron muchas historias de dolor y de heroísmo.
Antonio Camborda , exeditor del Nuevo Herald, periódico matutino de Miami, en conversación con La República, habló sobre las consecuencias que tuvieron los comunicadores ante aquel nefasto suceso.
“La idea de que el reportero, por el hecho de participar en situaciones violentas o ser testigo de agresivos acontecimientos se vuelven duros y resistentes, es totalmente errónea”, dijo Camborda.
Agregó que el periodista es un ser humano como cualquiera. Muchas veces, le toca ser testigo de innumerables circunstancias; sin embargo, no está preparado y no se encuentra mentalmente fuerte para soportarlo.
En es línea, la Universidad de Columbia realizó una investigación en donde se comenzó a establecer una conexión entre los hechos y los periodistas que estuvieron al frente y cubrieron el atentado de las torres gemelas el 11-S.
Se estableció que los efectos mentales y emocionales fueron tan fuertes que muchos de los reporteros, que estuvieron cubriendo los hechos, empezaron a tener signos de enfermedades relacionadas al ámbito psicológico.
Estos periodistas fueron destinados a presenciar las consecuencias de la terrible coyuntura que se vivía, vieron muerte y destrucción. Muchos acudieron a los ataques en el Pentágono; otros siguieron paso a paso las reacciones del Gobierno.
Según la investigación, tiempo después, todos ellos presentaron depresión y varios terminaron suicidándose.
El comunicador no solo recibe, mira y describe el evento. Muchas veces es testigo presencial y se involucra en el asunto. Por esta razón, algunos ven afectada su salud mental y física. Y es muy probable que esto concluya en enfermedades que podrían terminar en depresión.