A través de un comunicado el domingo 15 de agosto, el Frente de Derechos Civiles Humanos (CHRF, por sus siglas en inglés) en China anunció su disolución aludiendo a una represión cada vez más severa de las autoridades.
De acuerdo con la televisión pública de Hong Kong, el CHRF aseguraba que, pese a querer “mantener sus operaciones”, “no tenían más opción que disolverse”, ya que nadie se presentó para asumir la dirección del movimiento. A fines de mayo de este año, su anterior coordinador, el activista Figo Chan, fue encarcelado por ser promotor de las protestas, junto a otros 13 activistas más.
“La sociedad civil enfrenta un severo desafío sin precedentes”, escribió el CHRF en su anuncio. La disolución del grupo ocurre cuando China aparentemente moldea a Hong Kong a su imagen y detiene a cualquier persona o grupo considerado desleal o antipatriótico.
El movimiento reconoció que la represión de Pekín contra los líderes de las marchas y las restricciones de protestar durante la pandemia han nublado su futuro. Además, señaló que los 205.000 dólares que aún poseen en bienes serán donados a “grupos apropiados”.
Si bien la coalición se fundó en 2002 con el objetivo de abogar por la no violencia y mayores libertades de los hongkoneses, adquirió mayor protagonismo con las marchas del 2019. En aquella oportunidad más de un millón de personas en esta ciudad de 7,3 millones de habitantes, en su mayoría jóvenes, expresaron su inconformidad ante una ley de extradición que abría la posibilidad de que opositores sean juzgados en otros estados dependientes de la República Popular China.
La medida política, iniciada por un crimen cometido en Taiwán, fue criticada por diversos activistas que la interpretaron como una coartada para purgar a opositores políticos de este territorio semiautónomo.
A diferencia de otros estados de la isla, Hong Kong, antigua colonia británica, fue restituida por Londres en 1997 en el marco de un acuerdo que pretendía garantizar en ese territorio, durante 50 años, unas libertades políticas y económicas desconocidas en el resto de China.
El temor de la generación que creció en este autogobierno, también conocido como “un país, dos sistemas”, es que este tiempo de concesión de libertades caduque antes de la fecha estimada.